sábado, 31 de diciembre de 2011

Meditación de Año Nuevo

María guardaba todos estos recuerdos
Y los meditaba en su corazón. (Lc 2,19)

De nuevo siento que estoy pasando estos días tan llenos de luz sin apenas darme cuenta de lo que Dios está haciendo a mi alrededor. Tal vez es tan grande el misterio de Navidad que se me escapa mientras me quedo perdido en las celebraciones festivas.
Por eso en este día he querido fijarme en la actitud de María. Yo creo que ella también se sentía superada por los acontecimientos. Dios había salido de su propio vientre y estaba ante sus ojos, débil y pequeñito, acostado en un pesebre como los hijos de los pastores y de los pobres de aquella región. ¿Era posible comprender algo así? Tal vez a ella también le costaba trabajo llegar a entenderlo. Por eso procuraba no perder ningún detalle de todo lo que vivía y lo iba meditando cada día.
Unos pastores han recibido la noticia de que ha nacido allí el Salvador. De la boca de los pastores María pudo escuchar lo mismo que el ángel le había anunciado que sería aquel niño: el Salvador.
Cuando hubo que circuncidarlo le puso por nombre Jesús, como le dijo el ángel. Porque este niño venía a Salvar al pueblo de sus pecados.
El profeta había anunciado que la Virgen daría a luz y le pondría al niño Enmanuel: Dios con Nosotros. Pero el nombre ha cambiado. Es verdad que Jesús es Dios con nosotros, pero todavía es más importante que Dios viene a nosotros como Salvador. Que no viene como juez, que no viene a condenar ni a castigar sino a salvar. Así pues, a partir de ahora podemos sentir a Dios con nosotros, pero sin miedo. Dios está con nosotros para que nos sintamos seguros, para que podamos superarnos, para ayudarnos a vencer en nuestras batallas. Y además no ha querido llamarnos esclavos sino hijos. Jesús es Dios con nosotros y nos muestra a Dios cercano, amigo, bondadoso y misericordioso.
Todo esto lo sabemos ya, pero debemos seguir conservándolo y meditándolo en nuestro corazón, como María, porque cada día descubrimos algo nuevo de esta revelación.

Que el Señor nos bendiga de nuevo al comenzar el año, que nos traiga la paz que tanto necesitamos. Que Dios tenga piedad de todos los que sufren y nos colme de amor nuestro corazón para que lleguemos a ser solidarios con los pobres de este mundo.
Te pedimos la paz y también te suplicamos que nos hagas capaces de construirla cada día.

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