jueves, 1 de abril de 2021

AMOR HASTA EL EXTREMO


 

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. (Jn 13, 1)

 

Me quiero dejar impresionar por este amor de Jesús hasta el extremo. Él ama sin medida de ninguna clase. Lo da todo y no espera nada. Es más, los discípulos no estarán a la altura de lo que está ocurriendo, pero él se entrega hasta el final.

Dos amores muy fuertes descubro en Jesucristo: el Padre que es quien lo ha  puesto todo en sus manos. Viene de Dios y a Dios regresa. No tiene nada que temer, aunque le espere la pasión y la muerte. Todo está en las manos del Padre al que se encomendará en el momento final.

El otro amor son los hombres, los suyos que estaban en el mundo. Los ama aunque no es correspondido, porque ellos están más pendientes de sus asuntos.

Como era humano, no puedo pensar que le diera igual la actitud de los apóstoles que no comprendían nada de lo que estaba sucediendo. Pienso que para él era triste sentirse tan solo en un momento tan importante, pero su amor sigue fuerte. Los amó hasta el extremo y lo dio todo por ellos.

Pasará el tiempo, sucederán muchas cosas y llegará el momento en que los discípulos descubrirán el don que han recibido de Dios de tener entre ellos a Cristo y de haber participado en todos estos acontecimientos tan difíciles.

 

Señor Jesús cómo me impresiona hoy saber que soy amado de una forma tan incondicional. Puedo reconocer que yo no estoy a la altura de tanto amor, de un don tan extraordinario. Sé que soy ingrato contigo. Sé que protesto por todo y no me conformo con nada. Sé que recibo muchos dones y que no soy capaz de agradecerlos porque sigo en mis cosas, en mis manías, en mi egoísmo… porque me miro a mí mismo y no te miro a ti que eres quien me lo da todo. Limpia esta mirada mía. Que hoy, al celebrar una vez más la Santa Cena, tu amor me inunde y tu presencia viva en mí me llene de tu luz.