sábado, 28 de noviembre de 2015

Comienza el Adviento

Levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación, (Lc 21,28)
 
 
Comenzamos un año más nuestro tiempo de Adviento. Este año marcado por la violencia y la guerra. Una violencia que llevaba mucho tiempo causando horror a muchas personas inocentes y que parecía no importarnos. Pero, como siempre, al final nos afecta a todos.  
Los cristianos hemos de poner nuestra fe siempre en el Señor, por eso hasta las situaciones más extremas son una llamada a fijar en él nuestra mirada. Y Jesús nos anuncia que los signos terribles son el anuncio de nuestra liberación. Pero también nos advierte contra las borracheras y el libertinaje. Como cada año, este primer domingo de Adviento nos anima a estar vigilantes.  
Si nos cerramos a nosotros mismos y nos preocupamos sólo de nuestro propio bienestar y de nuestra propia diversión llegará de improviso el día en que todo eso se nos derrumbe y nos llenaremos de espanto. Tal vez si nos hubiéramos tomado más en serio el dolor de los pobres desde hace mucho tiempo hoy estaríamos en una situación diferente. 
Jesús nos dice que permanezcamos vigilantes, orando y confiando en él para que no nos sorprenda ese día fatal. En lugar del desenfreno y las borracheras mejor que nos guiemos de sus consejos, en lugar de pensar en gastos desproporcionados para estos días, mejor será que tratemos de comprender el significado de lo que estamos celebrando: que Dios vino en persona para sacarnos de nuestra miseria y quiso nacer entre los pobres. Entendamos bien este acontecimiento y vamos a celebrarlo con coherencia, haciéndonos pequeños y servidores de los demás.  
Esto no significa que no hagamos fiesta. Tenemos razones para celebrar una fiesta y para pasarlo bien. Sabemos que Dios nos ama tanto que ha venido a poner su tienda entre nosotros y tenemos la suerte de sentirlo muy cerca, sobre todo cuando más lo necesitamos. Haremos fiesta para darle gracias y alegrarnos por todo lo que nos ha dado. Pero sin olvidar que su venida es también una llamada a hacernos pequeños como Él y a desprendernos de todo lo superfluo.
Al final del tiempo vendrá el Señor de nuevo, pero esta vez con todo poder y gloria para hacer un mundo nuevo. Dediquemos nuestra vida a servirlo cada día en cada persona que se cruza en nuestro camino. Porque Jesús está siempre entre nosotros y viene constantemente a nuestra vida. 


Señor Jesús: hace mucho tiempo que viniste a nuestra tierra para anunciarnos el camino de la paz y con tu vida nos abriste paso para llegar a Dios. Hoy estás entre nosotros y te podemos encontrar siempre que te buscamos. Es más, eres tú mismo quien se empeña en salir a buscarnos porque deseas darnos mucho más de lo que podemos imaginar. Estás vivo y te puedo escuchar cuando dejo silencio en mi interior, te puedo ver en la Eucaristía y te puedo dar algo de mí cuando trato con amor a mi prójimo. Te doy gracias por todo lo que me estás dando cada día y te pido que nunca dejes que me separe de ti.

domingo, 22 de noviembre de 2015

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

Todo el que es de la Verdad escucha mi voz. (Jn 18,34)

        El nuevo testamento nos presenta a Jesús como el príncipe de los reyes de la tierra. Tal vez este título nos pueda parecer una ironía cuando observamos la realidad en la que nos movemos. Está claro que en este mundo material es el poder y el dinero quien impone su ley. ¿Cómo creer que Jesucristo, que murió condenado en una cruz, es el soberano de todo?
El Evangelio de Juan nos muestra una conversación del Señor con Pilato. Podemos ver cómo Pilato trata a Jesús con desprecio y se burla de Él. Tiene ante sus ojos a un pobre infeliz al que va a enviar a la cruz y éste pretende ser rey. Pero Pilato también tenía mucho que aprender y puede que las palabras que escuchó en aquel momento se le quedaran grabadas para siempre, ¿quién sabe?.
Jesús le dijo que su Reino no es de este mundo, porque su Reino pertenece a otra esfera o a otra dimensión. Es el Reino de Dios que está por encima de las cosas reales y materiales. Es el Reino que dura para siempre. Pilato no podía comprender esto en su ambición por el poder.
Es un Reino que no es de este mundo porque sus armas no son la violencia y el poder sino el amor y la paz, porque no se impone por la fuerza sino por el atractivo de su proyecto. Pilato no era capaz de comprender esto, acostumbrado a ver cómo todos se someten a su autoridad mundana.
Pero el Reino de Jesús ha permanecido mientras que Pilato cayó y el imperio que él representaba también se vino abajo. Todo el que es de la Verdad se deja guiar por Jesús y lo invoca como Rey. Todo el que busca la paz y la justicia escucha sus palabras y las pone en práctica.
Nuestro mundo nos da muestras del poder del dinero o de la violencia, pero si miramos con más profundidad descubriremos cómo Jesús también está reinando con su amor y su gracia a través de todos los que son de la Verdad. Tal vez miramos con dolor a lo hijos del pecado que siembran el terror o explotan a los indefensos pero son muchos más los que arriesgan su vida por salvar la vida de otros, los que lo dejan todo para servir a los pobres, los que sacrifican su tiempo por acompañar a los enfermos… los que son de la Verdad y escuchan la voz de Jesús son muchos más y están haciendo que su Reino se extienda en este mundo.

Tus Palabras de Vida me han encontrado y ha hecho que quiera entregar todo mi tiempo al anuncio de tu Reino. Todo el que busca el bien y quiere un mundo mejor encuentra en ellas el aliento que necesita para mantenerse firme en la lucha. Tus Palabras alegran y animan a todas las personas de buena voluntad y entusiasman al que quiere gastar su vida por los demás.



sábado, 14 de noviembre de 2015

LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE

Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la tierra al extremo del cielo. (Mc 13, 26-27)

A veces el Señor nos comunica mensajes bastante difíciles de comprender, sobre todo cuando se refiere al final de los tiempos. En todos ellos coincide en hablar de catástrofes y de un sufrimiento terrible como el momento previo a su Reinado definitivo. Tengo que reconocer que es un mensaje que a mí me resulta inquietante y que me cuesta mucho llegar a comprender.
Las palabras de Jesús no pretenden meter miedo, está claro que ése no había sido nunca su objetivo. Sus palabras, también éstas tan extrañas, lo que quieren es dar consuelo en los momentos de dolor al anunciar la Victoria definitiva de  Dios sobre el mal. Desde esta explicación es como creo yo que se puede comprender este mensaje. Dios nos ha dejado absoluta libertad y no se va a entrometer en nuestras decisiones aunque ellas nos produzcan situaciones de dolor. Pero nos va a ofrecer siempre una vía de salvación.
Como vemos, las guerras y la violencia siempre han estado presentes en la vida de los hombres y aun hoy día siguen sembrando el terror y el sufrimiento. Hoy mismo estamos asistiendo a la noticia de un terrible atentado que ha causado muchos muertos y heridos. Ante esto Dios quiere que mantengamos firme nuestra fe en Él. Jesús nos dice que estos son los signos de que está cerca, aunque después añade que nadie sabe el día ni la hora.
También el Señor  padeció el sufrimiento cuando se vio sometido a su pasión y a su muerte en cruz, pero éste fue el medio por el que trajo al mundo la liberación del pecado y la esperanza de la Resurrección.
No sabemos qué podría ocurrir en el futuro. Es verdad que muchas veces pasamos por situaciones difíciles y dolorosas, que tal vez no lleguen a ser tan terribles como las que describe el Evangelio. Pero en todas las circunstancias hemos de mantener la esperanza en el Señor, porque sabemos que no nos deja abandonados a nuestra suerte. Aunque todo parezca llevarnos a la destrucción, nosotros mantenemos firme el convencimiento de que Dios lo transformará todo en vida y salvación. Porque, a fin de cuentas, sabemos que este mundo es temporal y que tiene que llegar algún día a su fin. Pero el Reino de Dios, que llegará después de estas tremendas tribulaciones, durará eternamente.

He decidido confiar siempre en ti. Tú me has dado muestras constantes de que me acompañas aunque la realidad muchas veces me muestre su lado más duro. He experimentado en los momentos difíciles cómo me has asistido con tu presencia silenciosa. Sé que nunca que más a fallar. Por eso confiaré en medio de la oscuridad. Tú siempre estarás cerca para librarme de todos los males.

sábado, 7 de noviembre de 2015

LA VIUDA GENEROSA

Se acercó una viuda pobre y echó dos reales. (Mc 12, 42)

En el evangelio vemos con frecuencia cómo los pobres se convierten en un ejemplo a seguir. Jesús no esconde su preferencia por ellos, por eso se rodea de pecadores, de enfermos, de niños y de mujeres, aunque la gente murmure y no lo entienda. Cuando proclamó las bienaventuranzas comenzó diciendo solemnemente que son dichosos los pobres.
Una pobre viuda echó en el cepillo una pequeña cantidad para ayudar a otros más pobres que ella. Fue una oportunidad que tuvo el Señor para enseñarnos el verdadero valor de lo que damos. Porque Dios no se queda en las apariencias, mira el corazón del hombre.
Aquella pobre mujer ofreció una pequeña cantidad que tenía más valor que todos los grandes donativos de los ricos, porque ella lo daba todo. En esa donación estaba demostrando el gran corazón que tenía. Lo ha dado todo y no se ha reservado nada para ella porque su solidaridad con los demás es total.
Esta donación indica también la gran fe que aquella mujer tiene en Dios. Es la persona que confía de verdad en que Dios es un padre que no la abandonará y que la ayudará a salir adelante pese a su pobreza.
En nuestros días vemos que hay muchas personas importantes que hacen cosas grandes para ayudar al prójimo. Sabemos de grandes empresarios que han aportado sustanciosas donaciones para los pobres y mantienen organizaciones solidarias. Está bien que la solidaridad esté de moda y no vamos a juzgar mal a quienes están haciendo un bien. Pero nosotros tenemos que sentirnos llamados a una donación más radical. No podemos conformarnos con dar un donativo o con colaborar con una campaña solidaria. El ejemplo de la pobre viuda nos está diciendo que tengamos una confianza muy grande en Dios.
Como siempre el Evangelio nos hace ponernos metas imposibles. Yo siento que me está diciendo que lo dé todo sin miedo, que Dios no me va a dejar nunca abandonado y que no tengo nada que temer. Pero luego, tengo que reconocer que no soy capaz de dar el paso, tal vez estoy dispuesto a dar algo de mi tiempo y a desprenderme de mis bienes pero darlo todo y abandonarme en la providencia es todavía una meta muy lejana. Pero una meta hacia la que merece la pena caminar.

Tú me lo has dado todo cuando yo nada tendría que esperar. Has salido a mi encuentro para ofrecerme la vida y has entregado tu vida por mí. Cuando no te quedaba nada me ofreciste incluso a tu madre para que nunca me sienta solo por el camino. Alentado por tu ejemplo y con la ayuda de tu gracia quiero seguir tus pasos y darme por completo a tu causa.