viernes, 31 de diciembre de 2010

La adoración de los Pastores

Los pastores volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído.
Todo tal y como se les había dicho. (Lc 2,20)

¿Qué vieron los pastores para volver glorificando y alabando a Dios? ¿Acaso vieron un espectáculo grandioso de luces y milagros? Sabemos que no. Vieron que había un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, que es lo que los ángeles le habían anunciado. Pero éste era un motivo mayor para glorificar a Dios y alabarlo.
Ellos estaban acostumbrados a ver algo así. Sus niños habían nacido también en la pobreza y habitualmente fue el pesebre el mejor lugar para acostarlo, ellos mismos habían nacido en esas circunstancias. Ahora habían visto a Dios mismo recién nacido, como ellos mismos y sus hijos. La conclusión que se desprende no puede ser otra: Dios se ha hecho igual que yo. Por eso se vuelven glorificando a Dios.
Hoy me siento yo también sobrecogido al contemplar a Dios en un pesebre, me lleno de gratitud al saber que lo ha hecho por que quiere mucho, tanto que lo dará todo para no perderme.
Yo tampoco he visto signos espectaculares en el cielo, ni he escuchado voces sobrenaturales. Tan sólo he contemplado a Dios en un pesebre, lo he visto también hecho pan en la Eucaristía y se me ha mostrado de muchas maneras en los pobres y en los pequeños. Pero por eso siento la necesidad de glorificarlo y alabarlo por hacer cosas tan grandes a través de lo sencillo.
Como María contempla todos estos acontecimientos y guárdalo todo dentro de ti.

Al comenzar un nuevo año te pedimos que nos traigas la paz a la Tierra. Que seamos capaces de amarnos y perdonarnos, que se aleje del mundo la violencia y el odio, que desaparezcan las injusticias y las desigualdades y así acabe para siempre el dolor para que todos podamos vivir felices en este mundo como una gran familia de hermanos.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Las dudas de José


Cuando José despertó del sueño,
hizo lo que le había mandado el ángel del Señor
y recibió en su casa a su mujer. (Mt 1,24)

Dios no ha querido sacar adelante su plan de salvación sin contar con el consentimiento libre de las personas elegidas. Por eso quiso que María aceptara su misión de ser la madre del Salvador y le envió al ángel Gabriel para anunciarle que ella era la elegida, la llena de Gracia.
Del mismo modo, José que tiene una misión necesaria que cumplir: ser el padre terreno del Mesías debe aceptar la voluntad de Dios y obedecer lo que le indica a través del ángel que le habla en sueños.
Al meditar el evangelio siento un agradecimiento muy grande hacia María y también hacia José porque fueron obedientes a Dios en una situación muy difícil para ellos. Pero gracias a esa obediencia hicieron posible que Dios naciera y pudiera estar entre nosotros.
Dios sigue queriendo hacer muchas cosas por este mundo, quiere que se pueda sentir su Amor y su Justicia; y sigue contando con la aceptación libre de los elegidos.
Yo le he dicho que sí, que cuenta conmigo. También he tenido que ir guiando mi vida según su voluntad y eso me ha hecho renunciar a otros proyectos que tenía. Sé que no soy nada pero igual que a José el ángel lo animó y le dijo: “No tengas miedo”, siento que a mí también me anima a obedecerlo sin miedo ni siquiera a mi debilidad o a mis pecados.
Yo te animo a decir sí a lo que Dios quiera de ti. A veces nos quejamos de Dios y decimos que por qué ha permitido tal o cual cosa ¿no es cierto? Pues te animo a pasar a la acción. En lugar de reproches por lo mal que va el mundo muestra tu disposición a obedecer la voluntad de Dios para transformarlo.
Esta obediencia te llevará a vivir el amor de forma sincera y callada, a comprometerte día a día con el bien y la justicia empezando por tu ambiente más cercano, a sentir necesidad de Dios y vivir una vida intensa de oración y a experimentar su Gracia en los sacramentos.
Posiblemente tu actitud de entrega a Dios pasará desapercibida pero hará posible que siga brillando en el mundo la luz de la Salvación.

Te he dicho sí y me he puesto en tus manos. Me has dado una señal: con mi torpeza y mi pobreza tú has hecho grandes cosas. A través de alguien incapaz como yo has seguido proclamando tu mensaje de salvación y has hecho que tu Gracia alcance a todos los que te buscan. Has sido tú con tu Poder. Ésta es la señal que nos muestra que sigues vivo entre nosotros.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Los signos del Mesías

"Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído:
los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan
 y se anuncia el evangelio a los pobres:
¡dichoso el que no se escandalice de mí!". (Mt 11,4-6)

Tanto el mensaje como las obras de Jesús traen alegría al corazón de los pobres. No hay demasiadas palabras de condena, no habla de hachas dispuestas a talar los árboles que no dan fruto, ni de quemar la paja en la hoguera que no se apaga. Más bien se ha empeñado en hablar del amor del Padre, de su deseo de reunirnos a todos y hasta del Perdón de los pecados. Y este mensaje va acompañado de signos que traen alegría y esperanza a los humildes.
Juan necesitó preguntar si era o no era Jesús el Mesías esperado. La respuesta del Señor está hecha con obras más que con Palabras. Sus obras acreditan que él es el que habían anunciado los profetas y por eso realiza los signos de la llegada del Reino.
Ahora que está cercana la fiesta de Navidad es bueno que recordemos para qué se ha empeñado Dios en hacerse hombre. Tal vez nos gustaría que se tomara venganza de tanta injusticia y tanto dolor, que viniera como un guerrero a destruir a todos los malvados o que apartara a los malos de los buenos para darles su merecido. Pero, si esto fuera así, también nosotros tendríamos que rendir cuentas de nuestros propios pecados. Por eso el mensaje de paz y amor que nos trae Jesús es una Buena Noticia para todos.
Para los que están padeciendo las consecuencias de la crisis Jesús trae una Buena Noticia: Que Dios es Padre y no los abandona. Pueden confiar en él que actuará y hará que vuelva la alegría a sus hogares.
Para los que sufren por el peso de sus pecados Jesús viene a traer la Buena Nueva del Perdón.
Para los que se encuentran perdidos o sin Dios, Jesús trae el Amor de un Padre que está dispuesto a todo por la felicidad y la alegría de sus Hijos.
Vendrá el Señor y de nuevo inundará la tierra con su Luz. Su presencia será alegría para todo el mundo y de nuevo brillará en todos nosotros la esperanza.

Porque estoy convencido del Bien que hace tu presencia en el mundo te quiero dar mi vida para que sea instrumento de tu Gracia. Todo mi ser es para ti, conviérteme en un instrumento en tus manos para que todos se alegren de tu amor.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Preparad el camino

Por aquellos días apareció Juan el Bautista
predicando en el desierto de Judea
 y diciendo: "Convertíos,
porque está cerca el reino de Dios". (Mt 3,1-2)

Para recibir al Mesías había que preparar un pueblo bien dispuesto. Ése era el objetivo del Bautista. Porque Jesús vendrá y traerá el Reino pero hace falta disponer el corazón para recibirlo. Porque la gracia de Dios no falla pero siempre dará más fruto si tenemos el terreno preparado.
Durante el Adviento aparece de nuevo Juan el Bautista para hacer de nosotros también un pueblo bien dispuesto. El Señor va a venir y nos va a traer su bendición, pero si además nos encuentra preparados el fruto será mayor y todos nos beneficiaremos de su venida.
Por eso tenemos que dar los frutos que pide la Conversión.
Primero observa el mundo en que vivimos, descubre las injusticias y los sufrimientos de la humanidad. ¿No sientes la llamada a transformarlo? Mira también cómo la gente anda perdida por negar a Dios o por burlarse de la religión. ¿Verdad que hay que hacer algo? El Señor te está llamando a actuar. Pero miras a tu interior y comprendes que eres débil y poca cosa ante un reto tan grande. Así te dispones a clamar: Ven Señor.
Jesucristo va a venir y quiere sanar todas las dificultades que encuentres dentro de ti. Por eso es también importante abrir el corazón a su venida.
Si tomas conciencia de tus pecados y sientes verdadero arrepentimiento experimentarás con alegría la Gracia del Perdón que Cristo te ofrece y sentirás cómo te renuevas interiormente.
Para tu incapacidad y tu debilidad también viene el Señor a salvarte y te alimenta con la Eucaristía y te consuela con su Palabra de Vida. Si has descubierto cuánto lo necesitas sentirás el gozo de recibirlo y sabrás agradecer su Gracia. El Señor nos va a bautizar con Espíritu Santo y fuego.
Está claro que el Señor no falla en su venida pero hay que prepararse bien para recibirlo. Este es el objetivo del Adviento. Toma conciencia de todas estas cosas para que sintiendo la necesidad que tienes de Cristo puedas abrir tu corazón a su venida.

En realidad tú has estado siempre conmigo y la mayoría de las veces no he sabido gozar de tu presencia, ocupado en mil ocupaciones, a veces muy santas. Tu Palabra me anima a sentir que estás junto a mí y a saber aprovechar todos los bienes que me traes.