viernes, 3 de diciembre de 2010

Preparad el camino

Por aquellos días apareció Juan el Bautista
predicando en el desierto de Judea
 y diciendo: "Convertíos,
porque está cerca el reino de Dios". (Mt 3,1-2)

Para recibir al Mesías había que preparar un pueblo bien dispuesto. Ése era el objetivo del Bautista. Porque Jesús vendrá y traerá el Reino pero hace falta disponer el corazón para recibirlo. Porque la gracia de Dios no falla pero siempre dará más fruto si tenemos el terreno preparado.
Durante el Adviento aparece de nuevo Juan el Bautista para hacer de nosotros también un pueblo bien dispuesto. El Señor va a venir y nos va a traer su bendición, pero si además nos encuentra preparados el fruto será mayor y todos nos beneficiaremos de su venida.
Por eso tenemos que dar los frutos que pide la Conversión.
Primero observa el mundo en que vivimos, descubre las injusticias y los sufrimientos de la humanidad. ¿No sientes la llamada a transformarlo? Mira también cómo la gente anda perdida por negar a Dios o por burlarse de la religión. ¿Verdad que hay que hacer algo? El Señor te está llamando a actuar. Pero miras a tu interior y comprendes que eres débil y poca cosa ante un reto tan grande. Así te dispones a clamar: Ven Señor.
Jesucristo va a venir y quiere sanar todas las dificultades que encuentres dentro de ti. Por eso es también importante abrir el corazón a su venida.
Si tomas conciencia de tus pecados y sientes verdadero arrepentimiento experimentarás con alegría la Gracia del Perdón que Cristo te ofrece y sentirás cómo te renuevas interiormente.
Para tu incapacidad y tu debilidad también viene el Señor a salvarte y te alimenta con la Eucaristía y te consuela con su Palabra de Vida. Si has descubierto cuánto lo necesitas sentirás el gozo de recibirlo y sabrás agradecer su Gracia. El Señor nos va a bautizar con Espíritu Santo y fuego.
Está claro que el Señor no falla en su venida pero hay que prepararse bien para recibirlo. Este es el objetivo del Adviento. Toma conciencia de todas estas cosas para que sintiendo la necesidad que tienes de Cristo puedas abrir tu corazón a su venida.

En realidad tú has estado siempre conmigo y la mayoría de las veces no he sabido gozar de tu presencia, ocupado en mil ocupaciones, a veces muy santas. Tu Palabra me anima a sentir que estás junto a mí y a saber aprovechar todos los bienes que me traes. 

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