viernes, 1 de abril de 2011

el ciego de nacimiento

Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
-- ¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó:
- ¿Y quién es, Señor, para que crea en él?
Jesús le dijo:
-- Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.
Él dijo:
-- Creo, Señor.
Y se postró ante él.


Con la presencia de Jesús se le da la vuelta a todas las cosas. Su Evangelio, además de ser muy profundo, es fácil de comprender para los sencillos, está al alcance de todos. Por eso los que andan ciegos acaban recuperando la vista. No hay una luz más grande que reconocer a Jesús como Señor y Salvador, no hay mayor visión que creer de verdad y postrarse ante él.
Por el contrario, los que creen que ven, los que piensan que ya lo saben todo, se quedan ciegos al rechazarlo. Como él mismo dice en otra ocasión se le ha ocultado a los sabios y entendidos y se ha revelado a los sencillos.
He querido identificarme con el ciego del evangelio. Yo sí que puedo decir que estoy ciego por mis pecados: mi soberbia, mi tozudez, mi egoísmo… estoy ciego porque me pierdo en cosas mundanas y me olvido fácilmente de Dios.
Pero Jesús ha aparecido en mi camino y me ha animado a lavarme con su agua viva: con la frescura de la oración, con su Palabra renovadora.
Yo no soy nada. Soy un pecador que nada puedo ofrecer y nada puedo esperar. Pero Jesús se ha detenido ante mí.
A mí me pregunta también si creo en él. A pesar de sentirme preso de mis pecados creo en él. Sé que él es mi Salvador. Espero sinceramente todo lo que él me puede dar.
Con su perdón llena de luz mis tinieblas. Me ha devuelto la vista. Y no va a permitir que me sienta solo, él se ha comprometido conmigo y me tiende constantemente su mano para que no tropiece en mi camino. ¿Qué más puedo desear?

Yo creo en ti y ante ti me postro. En mi corazón guardo un sentimiento de acción de Gracias por todo lo que has hecho por mí, sin yo merecerlo. Me has abierto los ojos para que pueda descubrir cuánto me amas y así pueda mostrárselo a todos. Nada hay que se pueda comparar con el regalo de tu amor.