sábado, 13 de mayo de 2017

CREER

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre». (Jn 14,12)


Reconozco que creer de verdad es una tarea muy difícil. Creer significa no perder el ánimo aunque todo indique que estamos perdidos. No es sólo creer en Dios sin verlo sino confiar en su poder y en su justicia y ver cómo en el mundo avanza la injusticia. Muchos preguntan ¿dónde está Dios? Cuando ven que el mal progresa y nadie lo para. Y creer es confiar en que el Señor es el dueño de todo y hará justicia sin tardar. Tengo que reconocer que yo soy también de los que preguntan muchas veces ¿dónde está Dios? O mejor dicho, me dirijo a él y le digo ¿dónde estás? ¿Por qué permites todo esto?
Pero al que cree, Jesús le promete hacer obrar grandes, como las suyas. Enseguida he pensado en los milagros. Está claro que yo no creo de verdad porque no hago ningún milagro. No veo que se realicen ante mis ojos portentos extraordinarios. Todo sigue igual. Yo no puedo hacer las obras de Jesús. Pero si creyera, él me promete que las haré.
Pensando más detenidamente, he visto que las obras grandes de Jesús son muchas más. Los milagros son parte de esas obras pero no todo lo que él hace. Una gran obra de Jesús es su obediencia total al Padre, hasta el final. Esto sí que me deja pensativo. Si creo de verdad seguiré hasta el final dando la vida. Tal vez no sea un milagro pero es un signo de que el que cree hace las obras del Señor. Contemplando a Jesús en su amor y en su entrega veo que la obra grande que ha hecho ha sido la de dar la vida y perdonar a sus enemigos. Así ha culminado la salvación del mundo. Si creo en él, podré también tener un amor como el suyo y una paciencia como la suya, seré capaz de amar de corazón a mis enemigos y perderé todo el miedo.
No estoy solo. El Señor se ha marchado a prepararme sitio y me recibirá en su Reino después de esta vida. Y ahora está junto al Padre intercediendo por mí.


Yo creo en ti, Señor, porque me has mostrado constantemente tu bondad y tu misericordia. Has entrado en mi vida y te has dejado sentir. Creo en ti, pero también me siento desconcertado porque no alcanzo a comprender muchas cosas y no llego a ver la luz. Por eso mi fe es débil y necesita siempre de tu ayuda. Ayuda a mi pobre fe para que no me venga abajo ante las dificultades y pueda ser siempre testigo de la alegría de conocerte.