jueves, 31 de diciembre de 2020

MARÍA MEDITA EN SU CORAZÓN

 

María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. (Lc 2,19)

María no podía alcanzar a comprender todo lo que estaba ocurriendo. Dios está cumpliendo todo lo que le ha dicho: ha concebido por obra del Espíritu Santo y ha dado a luz al rey Salvador. Lo que el ángel le anunció es cierto, pero todo lo que vive es desconcertante para ella. Ha sido madre y su Hijo es el Salvador del mundo, pero las circunstancias han hecho que nazca en la pobreza más absoluta.

Ahora vienen los pastores para recordarle que todo lo que el ángel le dijo es verdad. Ellos también han recibido la revelación del cielo y saben que este niño es el Salvador del mundo. Por lo tanto no cabe duda de que se ha cumplido todo lo que Dios anunció: El niño que ha nacido será grande y se llamará Hijo de Dios. Pero en este momento sólo es un recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.


Esto es también un mensaje del cielo, Dios está hablando en estos hechos para decir que su camino es la pequeñez, la debilidad y la pobreza. Así es como se hace grande y poderoso de verdad.

María no duda, porque es un modelo de fe. Simplemente conserva todo en su corazón y medita lo que está viviendo. Dios es diferente de nuestros planes pero no falla nunca a su Palabra.

 

Señor Jesús, cada día compruebo que es cierto que tú estás muy metido en mi vida. Cada día vivo situaciones muy concretas que me recuerdan que tú cumples siempre tus promesas.

Hoy necesito aprender de María a vivir cada momento desde la fe y la confianza. Es verdad, Señor, tus caminos no son mis caminos pero tú siempre haces lo que es bueno. Debo aceptar que me guíes en medio de cañadas oscuras y aprender que tú haces la noche clara como el día.

Virgen Madre, enséñame con tu ejemplo a guardar y meditar en mi corazón todo lo que Dios va haciendo a mi alrededor. Aprenderé en tu escuela del silencio a esperar con paciencia y a descubrir la grandeza de Dios en medio de lo pequeño.

domingo, 20 de diciembre de 2020

EL SÍ DE MARÍA

 

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» (Lc 1,35-36)

 

Ha llegado el momento en el que se van a cumplir las promesas que Dios había venido haciendo desde que entró el pecado y estropeo todo lo bueno que Dios había creado. Dios va a enviar a su Hijo único, al que ama como sólo é puede amar, porque su amor se extiende también a cada uno de nosotros y no puede dejarnos en esta esclavitud. Para llevar a cabo su proyecto necesita la colaboración de María.

María es libre para decir sí o no. Dios quiere contar con ella pero ha de ser ella quien responda y ponga su vida a disposición del plan de Dios. Lo que Dios le propone es muy hermoso porque ella será la madre del gran rey y quedará para siempre en la historia su generosidad por haber dicho sí a Dios. Pero también va a ser un gran sacrificio para ella aceptar la voluntad de Dios. Lo que Dios le pide es imposible a los ojos humanos y María, en su sencillez sabe bien que no puede estar a la altura de esa misión. Además será también muy duro para ella. Dios ha entrado en su vida para cambiar por completo todos sus planes. Pero ella es libre para decidir. Podría decir que no y seguir con una vida tranquila y olvidada, pero el mundo no recibiría entonces a su Salvador.

La generosidad de María, junto con José, nos permite hoy conocer a Cristo y alegrarnos de haber sido salvados.


A las puertas de la Navidad, en este año tan complicado en el que todo es tan distinto a lo de siempre, podemos alegrarnos una vez más porque el Señor viene a estar entre nosotros y nos salva. Hoy es un día para el asombro por el empeño de Dios de darse a conocer y para el agradecimiento por la entrega de su Hijo amado. Y también el agradecimiento a María por haber puesto su vida en manos de Dios y haber aceptado su voluntad con todas las consecuencias que supuso para su vida.

 

Siento también tu llamada y me quedo sobrecogido, porque todo lo que me pides me resulta imposible. Yo sé bien lo débil y lo ignorante que soy, yo sé bien lo lejos que estoy todavía de la santidad, lo torpe que soy para seguir tu camino. Pero tú te empeñas conmigo y cada día me propones un nuevo reto que me resulta inalcanzable. Me siento perdido y tú me dices una vez más: No temas, yo estoy contigo, para mí no hay nada imposible.


sábado, 5 de diciembre de 2020

PREPARAD EL CAMINO AL SEÑOR

 


Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» (Mc 1, 2-3)

 

San Juan Bautista es el cumplimiento de la profecía de Isaías. Ciertamente él grita en el desierto que viene el Señor y anima a los que lo escuchan a convertirse para recibirlo.

Isaías hablaba del momento en que Dios vendrá a consolar a su pueblo. Presenta a Dios como un pastor pero con entrañas de misericordia que trata al rebaño con dulzura.

Es un anuncio de salvación para el pueblo que ha pecado, ha desobedecido a Dios y se ha acarreado su propia desgracia. Ante esa situación, Dios no es severo sino misericordioso. Ya está pagada su culpa y es el momento de venir en persona a traer la paz y la alegría.

El cumplimiento de este anuncio lo tenemos en la venida de Jesucristo al mundo. Él es Dios en persona que viene para consolarnos y no para reprocharnos nuestros pecados. Nos trae la salvación que es salud para nuestras dolencias y enfermedades y liberación del poder del maligno que nos atormenta. Con él llega a nosotros el Reino de Dios.

Seguimos necesitando que venga a salvarnos, porque también nos hemos alejado de Dios y hemos desobedecido. Nuestras culpas pesan sobre nosotros y necesitamos vernos liberados de este peso. Jesús viene a ser nuestro salvador.

San Juan Bautista se presentó primero  para preparar el camino. Su mensaje nos llama a la conversión, al arrepentimiento de los pecados y a decidirnos por llevar una vida nueva, una vida santa y piadosa. Si decidimos enderezar lo que está torcido y allanar lo escabroso pondremos al Señor el camino más fácil para que venga a nosotros y nos permita experimentar la fuerza de su salvación.

San Pedro nos recuerda que todo este mundo se desintegrará, porque todo lo material tiene su fin. Nuestra mirada ha de estar puesta en el cielo nuevo y la tierra nueva que esperamos donde habitará la justicia.

 

Ven Señor a consolarnos, porque hemos pecado y nos hemos alejado de ti y la vida sin ti es dura y triste. Ven y devuélvenos la confianza en un mundo nuevo donde habite la justicia porque todo esté lleno de tu amor y tu salvación. Llénanos de tu ternura para que seamos imagen tuya en medio de nuestros hermanos.