sábado, 19 de febrero de 2022

AMOR Y BENDICION

Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. sed compasivos como vuestro padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros. (Lc 6,35-38)


    Jesús nos propone una forma de vida que parece imposible. Pero puede mandarnos algo así porque ya lo ha vivido él y nos va a proporcionar los medios sobrenaturales que pueden hacerlo posible.

    El que ha conocido el amor ya no deja lugar en su vida para el odio  o el rencor. Jesús es el amor en persona y así ha vivido toda su existencia.

    Amar, perdonar, dar, ser misericordiosos y todo lo que nos propone en su discurso no es otra cosa que vivir con los sentimientos del mismo Dios, ser como Dios pero en el buen sentido. Lo que hagamos con los demás en esta vida nos estará preparando el premio para la otra, para la vida verdadera y plena.

    Cuando es el amor lo que domina nuestro corazón todos nuestros sentimientos son positivos, porque cuando se ama, hasta las dificultades se hacen más llevaderas; por eso Jesús nos dice que su yugo es llevadero y su carga ligera.

Solemos escuchar a menudo que hay que ser buenos pero no tontos. Es posible que sea un buen consejo, porque el ser buenos no tiene porque significar que nos tengamos que dejar engañar o que tengamos que permitir que abusen de nosotros. Sin embargo, Jesús nos enseña algo impresionante, porque parece que nos esta animando a ser buenos y tontos, a permitir toda clase de abusos. 

  


 Tenemos ejemplos de muchos creyentes que entendieron estas palabras de Jesús de forma radical y lo llevaron a la práctica. Jesús nos ha animado a elegir el camino del bien porque el mal sólo puede venir del maligno. El que es de Cristo tiene que buscar los sentimientos del mismo Cristo y en el sólo hay lugar para el bien, para el amor, la bendición y la oración.

    Como lo bueno viene de Dios podemos esperar de Él una gran recompensa. Una recompensa que tendrá su culmen en la otra vida pero que ya en este mundo también se hará realidad, porque el amor y el bien son por si mismos una recompensa.

    Nos dice también que se  nos medirá con la misma medida con que nosotros midamos y se nos dará todo abundantemente. Por eso Dios actuará con amor y misericordia desbordante si  nosotros hemos sido también misericordiosos con los hermanos.

    Y Jesús nos ha dejado también los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, para que recibamos con ellos la fuerza necesaria, el remedio sobrenatural que permita vivir un amor así.

    A menudo escucho muchos mensajes de odio por culpa de las ideologías o de la política, tal vez sea un gran signo, un fuerte testimonio de nuestra parte, el transmitir únicamente mensajes de amor, palabras que animen al bien, a la acogida y a la comprensión del otro, aunque piense distinto o rece a Dios de otra manera.


    Señor Jesucristo, dame tu espíritu y llena mi corazón con el amor que tienes en el tuyo. Entra en mi vida y muéveme a amar como tú para poner en el mundo esta semilla del amor que todo lo transforma y todo lo hace bello y agradable.

sábado, 12 de febrero de 2022

BIENAVENTURADOS

 

Bienaventurados vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. (Lc 6,22-23)

 
San Pablo le decía a los Corintios que si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida somos los hombres más desgraciados. Ciertamente si todo se va a quedar en esta vida podremos pensar que de nada ha servido ser fiel al Evangelio, que a muchas personas buenas les ha tocado vivir con muchos desprecios y sufrimientos y no han tenido nunca grandes alegrías mientras que por el contrario a muchas personas ambiciosas o violentas todo les ha ido bien y han terminado su vida sin grandes sinsabores. Ciertamente para los creyentes tiene que haber algo mucho más grande que las cosas de esta vida.

    Pablo concluye proclamando que Cristo ha resucitado como primicia de todos los que han muerto. Es su forma de afirmar que nuestra esperanza en Cristo va más allá de las barreras de este mundo. También Cristo, que pasó por la vida haciendo el bien, se vio enfrentado a la difamación y a la injusticia. Ante los ojos de muchos pudo parecer que Dios lo había abandonado y que de nada había servido su obediencia al Padre. Pero no, Cristo resucitó y venció a la muerte y su pasión se convirtió en gloriosa.
    Yo creo que esta reflexión de Pablo puede ser una clave para comprender el mensaje de las Bienaventuranzas como las presenta Lucas.
Se puede llamar felices a los pobres, a los que tienen hambre o a los que lloran, también a los que son perseguidos y difamados por Cristo. Porque su recompensa será grande en el cielo. Porque en esta vida todo lo que se puede acumular se queda aquí pero lo que se acumula ante Dios obtiene una gran recompensa para la eternidad.

    Se puede animar a confiar siempre en el Señor, como hace Jeremías, porque no nos quedamos sólo con las cosas de este mundo. Así podemos estar siempre dispuestos a dar fruto y no nos inquietamos ante las dificultades.
Esta fue la actitud del mismo Jesús en su pasión y por eso pudo mostrar amor y perdón en los momentos más duros. Esta fue la actitud de los mártires cristianos, que sabían que perdían los bienes de este mundo y hasta la vida pero que ganaban bienes mucho mayores y alcanzaban la eternidad.
 
    He decidido confiar en ti y no inquietarme ante las adversidades. Tú siempre tendrás una respuesta que llegará en el momento oportuno. Tú siempre serás mi refugio y mi consuelo y sé que no necesito nada más que tu presencia y la fuerza de tu Palabra.

domingo, 6 de febrero de 2022

HOMBRES INDIGNOS

 

Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron. (Lc 5, 10-11)

 

Dios ha elegido a tres hombres  indignos.  Tal vez no me habría atrevido a llamarlos indignos si no fuera porque ellos mismos los reconocen así.

Isaías sabe que es indigno, es un pecador y se considera hombre de labios impuros en medio de un pueblo de labios impuros.

San Pablo dice claramente que él no es digno de llamarse apóstol, se considera un aborto y reconoce abiertamente su pecado como enemigo de la iglesia y perseguidor de los cristianos.

Luego tenemos a San Pedro que se queda deslumbrado ante la santidad que ha descubierto en Jesús y se echa a sus pies diciendo que es un pecador.

Pero estos tres hombres han sido elegidos por Dios y se han convertido para nosotros en hombres santos, incluso en ejemplos de santidad.

Los tres han recibido también el consuelo por parte de Dios y de Jesucristo.

Isaías ha visto un ascua que ha tocado su boca y ha purificado sus labios, es decir, Dios ha perdonado su pecado y lo ha convertido en santo para que pueda ir a dónde él lo envíe.

Pablo sabe que Dios le ha concedido su gracia. Lo experimentó claramente cuando fue bautizado por Ananías después de haber tenido aquella visión en el camino de Damasco. Jesús quería contar con él para que fuera el apóstol misionero que llevara la Palabra por todo el mundo conocido.

Pedro escucha de boca de Jesús la llamada: no temas, desde ahora serás pescador de hombres. Y a partir de entonces su vida fue para Jesús.

Gracias a la respuesta de estos tres hombres el pueblo pudo recibir la Palabra de Dios y escuchar las promesas de salvación y el anuncio de la venida del Mesías. Gracias al compromiso de estos tres hombres hoy nosotros podemos también reconocer a Jesucristo como maestro y salvador y podemos buscarlo y recibir su enseñanza y su gracia.

Aquí estoy yo, tan indigno también, sabiendo todos mis fallos como persona en todos los sentidos. Sé que soy pecador y no puedo ser un modelo de nada, sé que estoy condicionado también por mi forma de ser, por mis fallos humanos porque también tengo mis torpezas, mi falta de formación o mi poca capacidad para llevar a cabo esta misión, pero el Señor quiere contar conmigo. Él perdona mis pecados y me da su Espíritu Santo para que sea posible lo que parece imposible y se haga su voluntad. Cuando él llama no valen las excusas, hay que dejarlo todo y ponerse a caminar con él. Gracias a mi torpe respuesta el pueblo de Dios puede recibir el anuncio del evangelio, el perdón de los pecados y sobre todo al mismo Cristo como alimento en la Eucaristía.

Ya sabes, cuando sientas que Dios te llama no te asustes por tu pequeñez o por tus pecados sino confía en él y responde con generosidad. Y mucha gente recibirá el beneficio de tu respuesta.

 

Yo sé que eres tú quien lleva mi vida adelante y por eso no temo a pesar de los contratiempos, en todo momento confío en ti y espero tu respuesta que llega siempre en el momento adecuado.