domingo, 6 de febrero de 2022

HOMBRES INDIGNOS

 

Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron. (Lc 5, 10-11)

 

Dios ha elegido a tres hombres  indignos.  Tal vez no me habría atrevido a llamarlos indignos si no fuera porque ellos mismos los reconocen así.

Isaías sabe que es indigno, es un pecador y se considera hombre de labios impuros en medio de un pueblo de labios impuros.

San Pablo dice claramente que él no es digno de llamarse apóstol, se considera un aborto y reconoce abiertamente su pecado como enemigo de la iglesia y perseguidor de los cristianos.

Luego tenemos a San Pedro que se queda deslumbrado ante la santidad que ha descubierto en Jesús y se echa a sus pies diciendo que es un pecador.

Pero estos tres hombres han sido elegidos por Dios y se han convertido para nosotros en hombres santos, incluso en ejemplos de santidad.

Los tres han recibido también el consuelo por parte de Dios y de Jesucristo.

Isaías ha visto un ascua que ha tocado su boca y ha purificado sus labios, es decir, Dios ha perdonado su pecado y lo ha convertido en santo para que pueda ir a dónde él lo envíe.

Pablo sabe que Dios le ha concedido su gracia. Lo experimentó claramente cuando fue bautizado por Ananías después de haber tenido aquella visión en el camino de Damasco. Jesús quería contar con él para que fuera el apóstol misionero que llevara la Palabra por todo el mundo conocido.

Pedro escucha de boca de Jesús la llamada: no temas, desde ahora serás pescador de hombres. Y a partir de entonces su vida fue para Jesús.

Gracias a la respuesta de estos tres hombres el pueblo pudo recibir la Palabra de Dios y escuchar las promesas de salvación y el anuncio de la venida del Mesías. Gracias al compromiso de estos tres hombres hoy nosotros podemos también reconocer a Jesucristo como maestro y salvador y podemos buscarlo y recibir su enseñanza y su gracia.

Aquí estoy yo, tan indigno también, sabiendo todos mis fallos como persona en todos los sentidos. Sé que soy pecador y no puedo ser un modelo de nada, sé que estoy condicionado también por mi forma de ser, por mis fallos humanos porque también tengo mis torpezas, mi falta de formación o mi poca capacidad para llevar a cabo esta misión, pero el Señor quiere contar conmigo. Él perdona mis pecados y me da su Espíritu Santo para que sea posible lo que parece imposible y se haga su voluntad. Cuando él llama no valen las excusas, hay que dejarlo todo y ponerse a caminar con él. Gracias a mi torpe respuesta el pueblo de Dios puede recibir el anuncio del evangelio, el perdón de los pecados y sobre todo al mismo Cristo como alimento en la Eucaristía.

Ya sabes, cuando sientas que Dios te llama no te asustes por tu pequeñez o por tus pecados sino confía en él y responde con generosidad. Y mucha gente recibirá el beneficio de tu respuesta.

 

Yo sé que eres tú quien lleva mi vida adelante y por eso no temo a pesar de los contratiempos, en todo momento confío en ti y espero tu respuesta que llega siempre en el momento adecuado.

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