sábado, 14 de junio de 2014

Dios rico en clemencia y lealtad

Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.(Ex 34,6)

   El papa Benedicto nos recordó que no se comienza a ser cristiano por una decisión personal sino por el encuentro con Dios que nos cambia la vida. El papa Francisco nos anima a todos a vivir la alegría del Evangelio y a salir para llevar a todos este encuentro que nos cambia y nos llena de alegría.
   Creo que va siendo hora de que descubramos una vez más el rostro amable de Dios. Olvidemos de una vez al dios terrible y justiciero y acerquémonos a este Dios que se ha revelado como rico en clemencia y lealtad.
   En la iglesia tenemos unos dogmas, celebramos el culto con una hermosa liturgia, tenemos también unas normas morales, pero sobre todo tenemos a un Dios que es Padre y nos espera para colmarnos de su amor;  tenemos a Jesús, el Hijo único que ha venido para dar su vida por nosotros y obtenernos el perdón de los pecados; tenemos al Espíritu Santo que nos llena de su fuerza y de su sabiduría para ayudarnos en nuestra debilidad. En definitiva tenemos una experiencia del encuentro con Dios que nos transforma y nos llena de esperanza. Este encuentro es el que me tiene que convertir en testigo alegre del Evangelio ante el mundo.
   El papa nos anima a salir. Esta experiencia preciosa del encuentro con Dios rico en misericordia y lealtad tiene que llegar a todos los rincones. Dios quiere hacerse el encontradizo con todos como ha hecho conmigo y mi testimonio ha de contribuir a provocar ese encuentro.
   Si he vivido la alegría de sentirme salvado y comprendo cómo mi vida se renueva con esta gracia, me siento llamado a compartir con todo el mundo esta Buena Noticia.

  Cuando observo la vida de la gente a la que tanto amas voy descubriendo poco a poco todo lo que estás haciendo por ellos. Me siento sorprendido y comprendo que también yo formo parte de tu proyecto salvador. Deseo obedecerte y dejarme moldear por ti, para convertirme en un instrumento en tus manos. Te doy las gracias por haber contado conmigo. Haz de mí lo que tú quieras.