sábado, 22 de agosto de 2020

TÚ ERES PEDRO

 

Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»

 

El Señor ha confiado su propia misión a Pedro. Él sabe bien que deja algo tan santo en manos de un hombre débil y pecador. A continuación de este episodio le tendrá que decir que se ponga detrás y lo llamará Satanás. Pero Jesucristo confía en sus apóstoles y confía en Pedro, aunque sabe que lo negará porque no es perfecto.

El Reino de los Cielos sale adelante porque es Dios quien quiere que se vaya implantando en la tierra y puede sortear todos los obstáculos. La Iglesia de Cristo está edificada sobre la piedra de Pedro y el Señor promete que no podrá contra ella el poder del infierno.

El poder del infierno nos viene de fuera y de dentro. Por fuera podemos encontrar el rechazo y la persecución y habrá que sortear estas pruebas; también la indiferencia en la que hoy nos toca vivir. Pero todo esto no impedirá que la Palabra de Dios se extienda y que Jesucristo haga llegar a todos su salvación.

El poder del infierno nos ataca sobre todo por dentro. El pecado de los creyentes es mucho más dañino que el rechazo y la indiferencia. La mediocridad o la soberbia son armas del diablo para debilitar la fuerza del evangelio. Pero según la promesa del mismo Jesús tampoco estos males  derrotarán a la Iglesia. La Palabra se seguirá anunciando y los sacramentos celebrados con fe, aunque muchas veces sea tibia, seguirán salvando al mundo de los pecados.

Todo esto lo ha puesto el Señor de una forma especial en la persona de Pedro que hoy está representado en el papa Francisco. Aunque se trata de un hombre débil y herido por el pecado igual que los demás, hemos de confiar en el mandato de Jesús y mantenernos leales a su ministerio, es él el que tiene las llaves para abrir y cerrar y el poder de atar y desatar porque así ha querido el Señor que sea.

Yo lamento mucho que en la actualidad existen sectores de la iglesia, en los que se encuentran algunos obispos y cardenales, que se dedican a denigrar la labor apostólica del papa, algunos hasta pretenden hacerlo en nombre de la ortodoxia. Pienso, desde mi poco conocimiento, que faltar a la comunión no puede hacerle ningún bien a la ortodoxia, de la cual el papa es el representante.

Las palabras de Jesús a Pedro son para nosotros una llamada a la lealtad y a la obediencia, no porque consideremos al papa un hombre santo y perfecto sino porque confiamos en que es Jesucristo en persona quien conduce a su Iglesia por medio de estos pobres instrumentos.

 

Hoy también quiero alabarte y bendecirte Señor y Dios mío porque tú te has revelado y he podido entrar en el misterio que se encierra en ti. Nunca habría podido llegar a conocerte si tú no hubieras entrado en mi camino pero has querido que yo descubra tu amor y me has ofrecido alcanzar tu sabiduría divina.

Gracias Padre Santo por haber enviado a tu Hijo amado para revelarnos la belleza de tu Reino y por haber dado a tu Iglesia el poder de anunciar el Evangelio con obras y palabras.

Yo te alabo Señor por la persona del Papa Francisco y te ruego que lo ilumines para que su ministerio haga de la Iglesia una luz que disipe todas las sombras.

domingo, 2 de agosto de 2020

LOS PANES Y LOS PECES

Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.» Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. (Mt 14,15-16)»

 

La escritura nos dice que los caminos de Dios no son nuestros caminos. En cierta ocasión Jesús reprendió a Pedro porque pensaba como los hombres y no como Dios. Por eso Dios siempre nos sorprende con sus propuestas que suelen estar muy alejadas de nuestros pensamientos.

Es normal que seamos prácticos y que nos preocupemos de los asuntos materiales. Necesitamos el alimento y la ropa para vestirnos y un techo donde cobijarnos.

Aunque podemos confiar en Dios y esperar a que él nos dé lo que necesitamos, sabemos que también tenemos que trabajar y esforzarnos  para conseguir nuestro sustento. Lo que pasa es que muchas veces nos esforzamos y gastamos lo que tenemos en necesidades falsas, que después nos dejan vacíos y no nos traen la felicidad que esperábamos.

Está bien ser prácticos y preocuparse de lo material pero Dios nos invita a tener una mirada más alta y a confiar en su amor y en su poder.

Si nuestro corazón está puesto en las cosas de este mundo, tarde o temprano lo habremos perdido todo. Pero si nuestro corazón está puesto en el amor de Cristo, nada ni nadie nos lo podrá arrebatar.

Por eso meditando el Evangelio vemos a los discípulos que piensan de forma práctica y deciden que hay que despedir a la gente. Jesús, por el contrario piensa como Dios y sus pensamientos son más elevados. Él no dice que hay que despedir a la gente sino que hay que darles de comer, con lo que tienen.

Como Jesús tiene el poder de Dios puede dar de comer a toda aquella gente con los cinco panes y dos peces que tenían sus discípulos.

Si confiamos en el Señor de verdad y tenemos fe en él, que lo puede todo, estaremos preparados para aportar lo que tenemos, aunque sea poco, y veremos cómo en las manos del Señor se multiplica y alcanza a todo el que lo necesita.

 

Tú siempre me devuelves el ciento por uno. ¡Qué duro soy para no darme cuenta de que nada se puede comparar contigo! Corrígeme para que no me desvíe de tus caminos y dame la luz para que comprenda que tú eres mi única riqueza.