sábado, 24 de diciembre de 2022

LA BUENA NOTICIA

 

No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. (Lc 2,10-11)

 

Esta noche la gloria del Señor nos envuelve de claridad. Cristo ha bajado del cielo y está entre nosotros haciendo brillar su luz en el mundo entero.

El ángel anuncia la gran alegría del nacimiento del Salvador.

Llega la luz y se acaban las tinieblas.

Llega la santidad y se borra el pecado.

Llega la vida y es vencida la muerte.

Llega la libertad y es destruida la opresión.

Un niño nos ha nacido y nos trae la paz sin límites.

No es un logro humano, ha sido el poder de Dios quien lo ha hecho posible.

Es verdad que al mirar este mundo en el que vivimos descubrimos todavía el rastro del pecado, y el dominio de las tinieblas: sigue la guerra y la injusticia, sigue el hambre y el sufrimiento. ¿Cómo glorificar a Dios que nos salva si todavía vemos el mal en el mundo?

Los pastores oyeron la Buena Noticia y se llenaron de alegría porque Dios estaba entre nosotros. La señal no era algo extraordinario sino un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Ellos seguían siendo pobres y oprimidos pero Dios está ya en medio de los hombres y esto es una buena noticia. Él puede cambiarlo todo aunque parezca pequeño y débil.

 

Te contemplo en el pesebre tan pobre y tan sencillo que me siento llamado a alabarte siempre. ¡Gloria a ti, niño divino, que me traes el consuelo y la esperanza! Enséñame a abrazar la pobreza y la humildad y a hacerme cercano a todos mis hermanos.

domingo, 27 de noviembre de 2022

ESTAD EN VELA

 

Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. (Mt 24,44)

 

 

En un mundo dividido por las guerras y las ambiciones de unos y otros, el profeta Isaías anuncia la llegada de la paz y la fraternidad. El tiene una visión y contempla a todas las naciones de la tierra que caminan buscando al Señor para que Él les enseñe. Cuando todos buscan a Dios surge el milagro de la fraternidad y las armas de la guerra se transforman en instrumentos para el trabajo y el bienestar de los hombres: de las espadas forjarán arados.

Nuestro mundo también está marcado por la guerra y la división. Hay mucha violencia atroz en muchos lugares de la tierra, no sólo en Ucrania. Estas son las tinieblas que cubren la tierra. Traen sufrimiento, pobreza y enfermedad.

Estas guerras también las tenemos muy cerca cuando convertimos las diferencias políticas e ideológicas en armas para humillar y dañar a los que piensan de otro modo y nos dividimos y nos peleamos por estas cosas. Guerras también entre familiares y personas cercanas por ambiciones y egoísmos. Con estas cosas nadie gana nada y todos salimos perdiendo.

El profeta Isaías nos anuncia el día en que todos caminan para buscar al Señor. San Pablo nos dice que el día está cerca, que dejemos las actividades de las tinieblas y nos pertrechemos de las armas de la luz.

Frente a las obras de las tinieblas tenemos unas armas poderosas que son la oración, la fe, el amor a Dios y al prójimo, la verdad, la caridad.

Jesús nos anima a estar en vela, a estar preparados para cuando él vuelva.

Comenzamos un nuevo adviento, el Señor viene, estemos preparados para recibirlo.

 

Te estamos esperando, Señor Jesucristo, porque tú eres quien puede transformar este mundo en qué vivimos. Te esperamos y trabajamos para que tu Reino se haga realidad en este mundo. Ven a salvarnos.

 

sábado, 15 de octubre de 2022

ORAR CON FE

 

Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?». (Lc 18,8)

 

Jesús me habla del poder de la oración y de la necesidad de orar sin desánimo. Nos quiere convencer de la bondad de Dios. Para él somos sus elegidos y nuestra oración llega hasta el Padre y se la toma muy en serio. Pero es necesaria la fe.

Tal vez es comprensible muchas veces el desánimo porque no vemos con claridad el resultado de nuestra oración. Yo mismo tengo experiencia de haber pedido, creo que con fe, que se arreglen muchos problemas. No he dudado ni siquiera en pedir milagros, porque si ha habido milagros para otras personas también los podrá haber para mí. Pero no, no he visto que se sanen los enfermos por los que yo oraba ni que encontrara trabajo la persona que lo necesitaba ni tampoco que entrara en razón quien andaba por caminos equivocados. He sentido que mi oración no daba fruto.

Sin embargo, Jesús me anima a insistir porque sabe que Dios es mi Padre, un padre lleno de bondad que me mira con un amor inmenso y que se preocupa por mí más que yo mismo. Jesús dice que Dios hará justicia sin tardar pero que es necesaria la fe.

Una vez más me encaro con mi débil fe.


Cuando me pongo ante Dios tengo dirigirme a Él con fe. Desde la fe trataré de comprender los tiempos de Dios, los caminos que él me va marcando y tendré que aceptar que él interviene a su modo y no al mío. Pero si tengo fe nunca desesperaré porque en todo momento tendré la confianza de que a su debido tiempo veré la respuesta.

No puedo ser ingenuo. Confieso que todo esto me desconcierta. Pero pienso que Jesucristo me pide algo sencillo: que insista y que no pierda la esperanza. Yo sé que no basta con alzar los brazos para que todo se arregle, pero no dejaré de insistir hasta que Dios me responda.

 

Te pido, Señor, que termine la guerra, que se acabe la pobreza, que se solucionen los problemas que empujan a la gente a arriesgar sus vidas para encontrar una vida más digna. Te pido, Señor, por los enfermos que tanto sufren y por tantas personas atribuladas que te buscan y esperan tu respuesta. Levanto los brazos hacia ti y te insisto día y noche. Aumenta mi fe para que ore constantemente sin desfallecer.

domingo, 18 de septiembre de 2022

SERVIR A DIOS

 

Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. (Lc 16,13)

 

Servir a Dios significa reconocer su grandeza y alabarlo por todo, darle gracias por todos sus bienes, todo lo que tenemos es un don que hemos recibido de él.

Servir a Dios es también venir a su encuentro. Jesucristo ha venido a estar entre nosotros y quiere compartir su vida y su poder con nosotros. Así viene también a nosotros en la eucaristía. En realidad servir a Dios, servir a Cristo, es más recibir que dar, porque este servicio se convierte en un honor. Una de las oraciones decía nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Servir a Dios es, por supuesto, estar al servicio de su Reino, es defender la causa de los pobres y de todas la víctimas, es transmitir su evangelio y dar a conocer sus valores, compartir con los demás esta sabiduría que Cristo nos ha ofrecido. Servir a Dios es llenar este mundo de su bondad y atraer así la felicidad y la alegría que esto supone.


Frente a esto está el servicio al dinero. Por dinero mucha gente no duda en maltratar a los demás o en hacer la guerra. Para lograr riquezas se dedica, tal vez, demasiado tiempo y demasiados recursos. No hay corazón cuando el dinero está en juego, por eso se despide a un padre o a una madre de familia dejándolos sin el sustento necesario para su familia o se engaña a otros para que atraviesen el mar en malas condiciones y con riesgo de sus vidas. Jesús decía que los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz.

 

Yo quiero servirte a ti y quiero poner toda mi dedicación y todos mis medios en hacer tu voluntad. Tú eres la verdadera riqueza y por ti tengo que sacrificar mucho más que por todas las riquezas del mundo.

domingo, 4 de septiembre de 2022

RENUNCIAR A TODOS LOS BIENES

 

Todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío. (Lc 14,33)

 

Jesús nos habla con tantas exigencias que parecería que no quisiera tener discípulos. Es verdad que mucha gente lo buscaba tal vez por curiosidad, porque veían cosas extraordinarias, es posible que otros fueran con él porque querían curarse de sus enfermedades y yo estoy seguro de que muchos lo seguían porque su mensaje es fascinante. Pero  llega el momento de tomar decisiones trascendentales y la propuesta es muy radical: renunciar a todo, incluso a lo más querido como es la propia familia y además cargar con la cruz. Entonces es cuando podemos ser discípulos.

Una propuesta tan radical requiere, sin duda, de nuestros cálculos.  Hay que pensarlo bien.


Podemos decidir que no queremos complicarnos mucho la vida, la verdad es que muchos han tomado ya esa decisión. Pero podemos pensar que el mensaje del evangelio es el que transforma el mundo, que vivir el amor y la fraternidad son sin duda ideales por los que merece la pena arriesgarlo todo, podemos pensar que la persona de Jesús llena nuestra vida de sentido y nos da energía para afrontar los problemas de la vida; podemos descubrir que esta vida es un paso y que nos espera una eternidad por la que vale la pena trabajar… podemos echar nuestros cálculos y llegar a la conclusión de que es mejor ser discípulos de Jesucristo aunque haya que cargar con la cruz y renunciar a todos los bienes. Y después de tomar nuestra determinación vamos a ir dando pasos con su ayuda para despegarnos de todas las cosas de este mundo y unirnos más fuertemente a él.

 

Señor Jesucristo te amo y quiero seguirte, quiero ser tu discípulo pero mis apegos a este mundo son muy fuertes todavía. Yo me uno cada vez más a ti, te busco en todas las circunstancias, te hablo en la oración y te recibo en la eucaristía. Tú me iras mostrando el camino cada día.

sábado, 2 de julio de 2022

PODER PARA PISOTEAR SERPIENTES Y ESCORPIONES

 

Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo». (Lc 10,19-20)

 

La situación que vivimos de crisis en muchos sentidos, creo que nos está diciendo que hay mucho trabajo para los creyentes, porque hay que animar desde la fe a los que se encuentran perdidos, hay que transmitir valores que nos permitan vivir en paz y que nos muevan a ser solidarios, en definitiva hay que anunciar a Cristo que es el que puede transformar el mundo desde lo más profundo, desde el corazón de cada ser humano.

Ante la necesidad de trabajadores para esta mies que es abundante lo primero que Jesús nos propone es mirar al dueño de la mies. Es verdad que hay que estar disponible porque si pedimos algo a Dios no podemos esperar que sea otro el que responda. También anima Jesús a sus discípulos a ponerse en camino, pero la primera mirada ha de ser hacia él mismo que es el dueño y Señor de todo.

Así que no dudemos en orar y en confiar en el poder de la oración como respuesta a los retos de nuestro mundo. Yo sé que parece poco útil desde una forma materialista de ver la vida, pero como creyentes sabemos que todo depende de la voluntad de Dios.

Jesús envió a los discípulos y les dio poderes extraordinarios para curar y expulsar los demonios. Ellos, por sí mismos no estaban capacitados pero el Señor los hizo poderosos como él mismo. Podemos entender estas palabras como un signo: sería ver el poder de echar demonios como el poder de vencer al mal y de sanar todas sus consecuencias. Pero el evangelio habla con mucha naturalidad de estas cosas y no parece que se trate de una metáfora, el mismo Jesús les dice a los discípulos que curen a los enfermos que haya para anunciar el reino de Dios, da por hecho que sus enviados podrán hacer milagros lo mismo que él.

Yo pienso por eso que tenemos que creer en las palabras de Jesús y confiar en este poder que nos ha otorgado a todos, en el texto habla de setenta y dos discípulos porque el número es más amplio que los doce. Yo, personalmente he decidido creer en estas palabras al pie de la letra. Es verdad que no siempre veo que se cure a los enfermos pero no me siento frustrado cuando no veo milagros, sin embargo rezo constantemente por la curación de los enfermos y confío que de un modo u otro el Señor me hará ver que su Reino está en medio de nosotros.

Lo mismo pasa con los demonios. No son sólo los males que nos rodean como la violencia o el egoísmo. Todo esto podemos expulsarlo de nosotros con el poder del nombre de Cristo. Pero Jesús habla también de entidades concretas que atormentan a la gente de diferentes maneras. En nuestro racionalismo nos cuesta aceptar este tipo de hechos sobrenaturales pero el evangelio habla de ello con frecuencia. El nombre de Jesús tiene un poder extraordinario sobre estos espíritus malignos y por eso cuando Cristo está con nosotros no tenemos nada que temer.

Los setenta y dos discípulos se quedaron asombrados por comprobar el poder que tenía el nombre de Jesús porque vieron someterse a los demonios y Jesús vio a Satanás caer como un rayo. El príncipe del mal no tiene ningún poder ante el nombre de Jesús y queda derrotado por completo. Sin duda es un motivo para alegrarse.

Pero Jesús nos dice cual es el mayor motivo de alegría: que nuestros nombres están escritos en el cielo.

 

Señor Jesús, estás haciendo grandes prodigios ante mis ojos para que no dude y no tema porque siempre estás conmigo. Te doy gracias por tantos beneficios que me has concedido, mucho más de lo que yo podría esperar; pero el mayor de todos es saber que me tienes un lugar reservado junto a ti para toda la eternidad.

domingo, 19 de junio de 2022

CORPUS

 

Jesús, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos. (Lc 9,16-17)

 

Existe en el libro del Génesis una narración extraña en la que aparece un personaje misterioso que se llama Melquisedec, se dice que es rey de Salén y que bendijo a Abrán con pan y vino porque era sacerdote del Dios Altísimo. Este mismo nombre aparece también en el salmo 109 proclamando a alguien, al Mesías, como sacerdote eterno según el rito de Melquisedec.

Yo creo que estas son de esas páginas de la Biblia que necesitan de todo el contexto de la escritura para ser bien comprendidas.

El autor de la carta a los Hebreos nos hará ver que en estos textos se estaba profetizando a Cristo el verdadero y único sacerdote. Y también podemos descubrir en su ofrenda de pan y vino un anuncio de la Eucaristía. Jesucristo es, pues, el sacerdote eterno de la nueva alianza que nos da como alimento la Eucaristía, pan y vino convertidos en su cuerpo y en su sangre, y con ella nos llega la bendición.

Pablo también nos habla en la primera carta a los Corintios de la Eucaristía como una tradición que se remonta a la víspera de la pasión de Cristo; lo sabemos bien porque lo hemos celebrado el jueves Santo. Por las mismas palabras de Pablo sabemos que en la Eucaristía proclamamos la muerte del Señor y esperamos su vuelta. Es una actualización del sacrificio de Cristo en el Calvario y de su resurrección y ascensión.

La celebración se convierte también en la comida que nos une a todos como hermanos.

En el milagro de la multiplicación de los panes encontramos también una figura de la Eucaristía: Jesús alimenta a la multitud como sigue alimentando al mundo en la actualidad con su cuerpo y su sangre. Por eso esta celebración nos hacer mirar a los demás como hermanos y nos llama a sentirnos solidarios con todos. Las palabras de Jesús: Dadles vosotros de comer son una llamada a vivir el compromiso de la fraternidad.


Recordemos que la presencia de Cristo en el pan consagrado nos está remitiendo también a la presencia de Cristo en los pobres, porque el mismo que dijo esto es mi cuerpo también nos dijo que lo que hicimos a uno de los hermanos más pequeños lo hicimos con él mismo.

Jesucristo convertido en nuestro alimento nos llena de ese amor suyo que es capaz de dar la vida por los hermanos. Celebrar y recibir la Eucaristía se convierte en una necesidad para los que creemos en Cristo porque con este alimento podemos vivir su mandamiento del amor.

 

¡Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura! (Antífona de vísperas)

sábado, 23 de abril de 2022

INCRÉDULOS O CREYENTES

 

Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» (Jn 20,27)

 

    Tal vez muchas veces nos vienen también a nosotros las dudas sobre la verdad de nuestra fe. En estos días recordamos que Cristo ha resucitado, que está vivo para siempre y que está con nosotros hasta el fin del mundo. Pero ¿Lo creemos de verdad?
    Si Jesús está vivo y está con nosotros ¿Por qué sigue adelante la guerra cruel y el sufrimiento de tantas personas inocentes? ¿Por qué no vemos prodigios como antes que nos sirvan como pruebas evidentes del poder de Dios?
    A Tomás le pasaba lo mismo. Necesitaba ver para creer, y yo pienso que cualquier otro apóstol que hubiera estado ausente habría dicho algo parecido.
    Jesús volvió a aparecerse y retó a Tomás a comprobar que era verdaderamente él mismo el que estaba ante sus ojos. Ante esta presencia de Jesús, Tomás se rindió y lo adoró como Dios hecho hombre.
    No tengo una respuesta a las preguntas tan serias que me surgen ante la guerra o ante la muerte y el sufrimiento de los inocentes. Pero me siento llamado por mi Señor a ser creyente, a confiar en él. Él siempre nos dijo que es la fe la que puede hacer los milagros y en momentos como los actuales hace falta tener mucha fe para afrontar la realidad.
 
    Señor Jesús, tú ha resucitado, estás vivo y estás con nosotros para siempre. Es verdad que no nos evitas la cruz porque tú tampoco la esquivaste, pero nos prometes tu ayuda y tu presencia en este mundo y la gloria y la resurrección al final de los tiempos. Yo he decidido que creo en ti y confío en tu Palabra.
 
 

sábado, 16 de abril de 2022

CRISTO HA RESUCITADO

 

Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían. (Lc 24,9-12)

 

El relato del evangelio nos cuenta el camino de unas mujeres tristes y desanimadas. Ellas pensaban que todo estaba perdido porque su maestro era un cadáver, lo habían visto morir y llevaba tres días sepultado. Pero la voz de unos misteriosos hombres vestidos de blanco lo cambió todo. Jesús ha resucitado, no hay que buscar entre los muertos al que está vivo. Había que contar a los demás lo sucedido aunque no las creyesen.

Creo que las mujeres no tuvieron una respuesta clara a todas sus dudas pero pudieron recordar que Jesús ya había anunciado que todo esto tendría que suceder. Su misión fue también un aparente fracaso porque los discípulos consideraron que lo que decían era un desatino. Fue necesario que cada uno de ellos tuviera su propio encuentro personal con Jesús para que comprendieran que era verdad que está vivo y resucitado.

En esta Pascua no se terminarán nuestras tinieblas. Posiblemente no se nos anunciará el final de la guerra (ojalá que sí), no terminarán nuestros problemas personales, no habremos solucionado los grandes sufrimientos de la humanidad. Pero una vez más sabemos que Cristo está vivo y que está con nosotros para siempre. Cada uno de nosotros podemos hacer la experiencia de encontrarnos con él. Dejemos que sus palabras nos recuerden que siempre estuvo cercano y animémonos a ser fieles a Dios como él lo fue aunque no entendamos todo lo que ocurre. Él no se bajó de la cruz sino que afrontó la muerte y de este modo, con su amor y su obediencia, destruyó el pecado.

Por el bautismo hemos sido revestidos de Cristo, hemos pasado ya de la muerte a la vida. No volvamos a caer en las obras de la muerte y de las tinieblas, renovemos nuestro compromiso de vivir el evangelio que nos lleva a la resurrección y seamos una luz en medio de las tinieblas. Una luz por nuestra alegría y nuestra confianza en Dios, por nuestro amor y por nuestra entrega a los demás, por nuestra lucha contra el pecado y nuestro empeño por vivir la vida nueva del Evangelio.

 

Bendito seas, Señor Jesús, por haberte hecho uno de tantos y haber cargado sobre tus hombros el peso de todos los pecados.

Bendito seas por haber mantenido siempre tu confianza en el Padre que te envió y mostrar a toda la humanidad para todos los siglos el poder del amor y del perdón.

Bendito seas por mostrarte glorioso y resucitado ante el mundo que te busca y te necesita para seguir caminando.

 

sábado, 2 de abril de 2022

JESÚS, LOS FARISEOS Y LA ADÚLTERA

 

Quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: - «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: - «Ninguno, Señor». Jesús dijo: - «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más». (Jn 8,10-11)

 

La gente acude ante Jesús y él aprovecha la ocasión para enseñar. Sabe muy bien que la gente necesita esta instrucción para que nadie los manipule. Su enseñanza tiene como objeto a Dios, su amor y su misericordia, el perdón, el Reino de Dios…

Lo mismo que las palabras se puede decir que las acciones de Jesús son una enseñanza viva. Las situaciones que le van presentando se convierten para él en una oportunidad para instruir a unos y otros.

Una situación que le presentan sus enemigos con mala intención será al final una enseñanza extraordinaria sobre su misión como Mesías y su mensaje de salvación.

Los fariseos entendían la ley de forma cruel, porque no es una ley de vida sino de muerte, en cambio Jesús sabe bien que el Padre quiere que comunique al mundo la misericordia y la llamada a la conversión.

Sus palabras dejan en evidencia que todos somos pecadores. Nadie, pues, está autorizado a condenar a otra persona, por grave que sea su pecado. Aquellos que acusaban a la mujer tenían posiblemente muchos motivos para callarse y marcharse. Todos estamos heridos por el pecado, ésa es la realidad, y todos estamos necesitados de la misericordia de Dios para sanar y poder emprender una nueva vida. La salvación es gracia, es fruto del amor de Dios que quiere que todos se salven y no mira nuestros pecados sino nuestro deseo de hacer su voluntad.

Jesús le dice a la mujer: Yo tampoco te condeno. Está claro que él no ha venido a condenar sino a anunciar el perdón y la posibilidad de empezar un camino de conversión. Con su gesto está haciendo visible la misericordia de Dios con nosotros.

Después le dice: en adelante no peques más. Es como si le hiciera ver que el pecado la ha dañado y la ha humillado. El pecado ofende a Dios pero no porque le haga algo a él sino por el mal que nos hace a nosotros mismos que somos sus hijos.

A punto de entrar en la semana santa y casi a las puertas del triduo pascual no dejemos de aprovechar la oportunidad que se nos brinda de confesar y recibir sacramentalmente el perdón de los pecados.

Porque es una realidad que somos pecadores y necesitamos el perdón. Experimentar la misericordia de Dios nos hace sentirnos amados y consolados y nos anima emprender de nuevo el camino de la santidad y del encuentro con Cristo con renovada ilusión. Él no nos condena, nos perdona siempre,  pero nos anima a no pecar más porque el pecado nos daña y hemos de luchar contra él con todas nuestras fuerzas.

 

Conocerte a ti es el único objetivo de mi vida. Por eso me animas con tu bondad a dejar atrás todo lo que me estorba para poder estar cada día más cerca de ti.

viernes, 25 de marzo de 2022

EL PADRE Y SUS DOS HIJOS

 

El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado"».(Lc 15,31-32)

 

La parábola del padre bueno que tiene dos hijos nos descubre el amor de Dios Padre, un amor que va mucho más allá de nuestras expectativas. Creo que podemos vernos reflejados en cada uno de los tres personajes principales: en el hijo menor que se marcha y vuelve porque tiene hambre y descubre el amor inmenso de su padre, en el hijo mayor que vive como si fuera un siervo en lugar de ser un hijo y por eso no conoce tampoco el amor de su Padre, y también en el padre que siente un amor entrañable por sus hijos a pesar de sus defectos. Tal vez sea interesante orar haciendo este ejercicio de reconocernos en cada uno de estos personajes.

La parábola nos anima a buscar y experimentar la misericordia entrañable de nuestro Padre y a vivir hacia los demás con el mismo amor que hemos recibido gratuitamente. Como se nos proponía en el año de la misericordia: experimentar la misericordia de Dios para ser también misericordiosos como el Padre.

Para eso hemos de ser conscientes de nuestros pecados con toda sinceridad, sin querer buscar justificaciones y sin quitarle importancia. No vale decir es que tuve que hacerlo porque tal o cual cosa, tampoco vale pensar que son pecados veniales, que no son graves. Porque si vemos las cosas de esta manera nos estamos justificando nosotros y no vamos a sentir la misericordia del Padre. Sin embargo si reconocemos nuestra culpa veremos que merecemos el castigo, la condenación y por eso buscaremos a Dios para implorar su misericordia. Entonces descubriremos un amor que supera todos nuestros pensamientos. La parábola habla de las entrañas de misericordia, de la alegría del Padre que se cuelga del cuello de este hijo perdido y lo cubre de besos.

No dejemos la oportunidad de confesar nuestros pecados y recibir el perdón de forma sacramental. El sacramento de la reconciliación es nuestra oportunidad concreta de vivir esta experiencia de la misericordia de Dios.

Cuando hemos experimentado este amor inmerecido no podemos actuar como el hermano mayor, pensando que nos merecíamos todo porque hemos hecho las cosas bien. No puede ser esta nuestra actitud. Por eso el tercer paso es tratar de identificarnos con el Padre. En el año de la misericordia el lema era “misericordiosos como el Padre". Después de experimentar la misericordia de nuestro Padre hemos de actuar con misericordia hacia los hermanos, sabiendo perdonar, comprender, tener paciencia y sobre todo amar.

 

Señor Jesús, tú que no tenías pecado cargaste con los pecados de todos para alcanzarnos con tu amor y tu obediencia el perdón y la salvación. Todo ha sido pura gracia para que yo pueda sentir que soy una nueva criatura. No puedo dejar de bendecirte y darte gracias, no puedo dejar de sentirme sobrecogido ante un don tan grande. Lléname de este amor entrañable para que lleve esta bendición a todos los que te necesitan.

sábado, 5 de marzo de 2022

JESÚS Y EL DEMONIO

Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. (Lc 4,1-2)

    Este domingo aparece en el evangelio el demonio con un gran protagonismo. Se ha atrevido incluso a tentar al mismo Cristo, a Dios hecho hombre.

Jesús ha ido al desierto impulsado por el Espíritu Santo que vino sobre él en el Bautismo del Jordán. Pasa cuarenta días ayunando, se está preparando para la misión que el Padre le ha encargado. Y en este retiro aparece Satanás para ponerlo a prueba. Es la lucha constante que hay que librar entre el plan de Dios y el espíritu de este mundo.

    En la primera y la última tentación pretende hacerle dudar de su condición divina, le dice: Si eres hijo de Dios... Pero Jesús no tiene ningún interés en dialogar con él. Su respuesta es la cita de la escritura para obedecer a Dios. Ni va a convertir las piedras en pan ni va a tentar a Dios para hacer un espectáculo. Con Adán y Eva el diablo logró su propósito, los engañó y consiguió que desobedecieran a Dios y abrieran las puertas al mal. Pero con Jesús ha fracasado, no ha conseguido engañarlo con su palabrería. Jesús no tiene necesidad de demostrarle a Satanás que él es el Hijo de Dios. De hecho a lo largo de su ministerio serán los demonios los que gritarán: tú eres el Hijo de Dios, y se espantarán en su presencia.

    La segunda tentación es la del poder sobre todos los reinos del mundo. Para conseguirlo sólo tiene que postrarse ante él y adorarlo. El diablo dice que todo es suyo y se lo da a quien quiere. Adorar al demonio no es un rito, no es un acto de culto; consiste en usar sus medios, sus armas. Las armas del demonio son la mentira, la violencia, el odio o la manipulación. Pero Jesús será quien de verdad alcance todo el poder mediante las armas de Dios que son el amor, la verdad, la justicia y el bien. Sólo hay que adorar a Dios y de él nos llegará todo bien y toda bendición.


    Las tentaciones de Jesús son una figura también de nuestras tentaciones cotidianas. El diablo quiere engañarnos y hacernos dudar del amor de Dios. La vida nos pone a prueba muchas veces y la fe se tiene que abrir camino en medio de la oscuridad. Tenemos que librar cada día esa batalla entre seguir el espíritu de este mundo o dejarnos modelar por el espíritu de Dios.

    El diablo también nos promete poder y riqueza si lo adoramos. Es la tentación de creer que con la mentira o la manipulación vamos a conseguir algo. Es posible que muchos lo hayan logrado pero a un precio muy alto, porque del mal no puede venir ningún bien, es algo contradictorio.

    La guerra que estamos viviendo en estos días es una señal del poder del maligno. Vemos que hay gente capaz de destruir y de sembrar el terror en el mundo para mantenerse en el poder y vemos también cómo unos y otros hacen sus cálculos al respecto. Mientras tanto muchas vidas humanas se pierden y mucha gente se ve obligada a huir. Esta situación me parece muy claramente como obra de Satanás.

    Pero ¿Qué podemos hacer nosotros? Jesús ha vencido al demonio con la Palabra de Dios sin entrar en discusión con él. Ante la prueba podemos siempre buscar a Dios y apoyar en él nuestra vida y nuestras inquietudes. 


    Señor Jesucristo te doy gracias por poder estar en tu presencia y sentir junto a mí tu mano protectora. No me dejes caer en la tentación, que no me engañe buscando la felicidad en cosas pasajeras, que los problemas no me hagan dudar de tu amor, que no me domine la ambición ni la comodidad sino que esté dispuesto a entregar mi vida por tu Reino.

sábado, 19 de febrero de 2022

AMOR Y BENDICION

Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. sed compasivos como vuestro padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros. (Lc 6,35-38)


    Jesús nos propone una forma de vida que parece imposible. Pero puede mandarnos algo así porque ya lo ha vivido él y nos va a proporcionar los medios sobrenaturales que pueden hacerlo posible.

    El que ha conocido el amor ya no deja lugar en su vida para el odio  o el rencor. Jesús es el amor en persona y así ha vivido toda su existencia.

    Amar, perdonar, dar, ser misericordiosos y todo lo que nos propone en su discurso no es otra cosa que vivir con los sentimientos del mismo Dios, ser como Dios pero en el buen sentido. Lo que hagamos con los demás en esta vida nos estará preparando el premio para la otra, para la vida verdadera y plena.

    Cuando es el amor lo que domina nuestro corazón todos nuestros sentimientos son positivos, porque cuando se ama, hasta las dificultades se hacen más llevaderas; por eso Jesús nos dice que su yugo es llevadero y su carga ligera.

Solemos escuchar a menudo que hay que ser buenos pero no tontos. Es posible que sea un buen consejo, porque el ser buenos no tiene porque significar que nos tengamos que dejar engañar o que tengamos que permitir que abusen de nosotros. Sin embargo, Jesús nos enseña algo impresionante, porque parece que nos esta animando a ser buenos y tontos, a permitir toda clase de abusos. 

  


 Tenemos ejemplos de muchos creyentes que entendieron estas palabras de Jesús de forma radical y lo llevaron a la práctica. Jesús nos ha animado a elegir el camino del bien porque el mal sólo puede venir del maligno. El que es de Cristo tiene que buscar los sentimientos del mismo Cristo y en el sólo hay lugar para el bien, para el amor, la bendición y la oración.

    Como lo bueno viene de Dios podemos esperar de Él una gran recompensa. Una recompensa que tendrá su culmen en la otra vida pero que ya en este mundo también se hará realidad, porque el amor y el bien son por si mismos una recompensa.

    Nos dice también que se  nos medirá con la misma medida con que nosotros midamos y se nos dará todo abundantemente. Por eso Dios actuará con amor y misericordia desbordante si  nosotros hemos sido también misericordiosos con los hermanos.

    Y Jesús nos ha dejado también los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, para que recibamos con ellos la fuerza necesaria, el remedio sobrenatural que permita vivir un amor así.

    A menudo escucho muchos mensajes de odio por culpa de las ideologías o de la política, tal vez sea un gran signo, un fuerte testimonio de nuestra parte, el transmitir únicamente mensajes de amor, palabras que animen al bien, a la acogida y a la comprensión del otro, aunque piense distinto o rece a Dios de otra manera.


    Señor Jesucristo, dame tu espíritu y llena mi corazón con el amor que tienes en el tuyo. Entra en mi vida y muéveme a amar como tú para poner en el mundo esta semilla del amor que todo lo transforma y todo lo hace bello y agradable.

sábado, 12 de febrero de 2022

BIENAVENTURADOS

 

Bienaventurados vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. (Lc 6,22-23)

 
San Pablo le decía a los Corintios que si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida somos los hombres más desgraciados. Ciertamente si todo se va a quedar en esta vida podremos pensar que de nada ha servido ser fiel al Evangelio, que a muchas personas buenas les ha tocado vivir con muchos desprecios y sufrimientos y no han tenido nunca grandes alegrías mientras que por el contrario a muchas personas ambiciosas o violentas todo les ha ido bien y han terminado su vida sin grandes sinsabores. Ciertamente para los creyentes tiene que haber algo mucho más grande que las cosas de esta vida.

    Pablo concluye proclamando que Cristo ha resucitado como primicia de todos los que han muerto. Es su forma de afirmar que nuestra esperanza en Cristo va más allá de las barreras de este mundo. También Cristo, que pasó por la vida haciendo el bien, se vio enfrentado a la difamación y a la injusticia. Ante los ojos de muchos pudo parecer que Dios lo había abandonado y que de nada había servido su obediencia al Padre. Pero no, Cristo resucitó y venció a la muerte y su pasión se convirtió en gloriosa.
    Yo creo que esta reflexión de Pablo puede ser una clave para comprender el mensaje de las Bienaventuranzas como las presenta Lucas.
Se puede llamar felices a los pobres, a los que tienen hambre o a los que lloran, también a los que son perseguidos y difamados por Cristo. Porque su recompensa será grande en el cielo. Porque en esta vida todo lo que se puede acumular se queda aquí pero lo que se acumula ante Dios obtiene una gran recompensa para la eternidad.

    Se puede animar a confiar siempre en el Señor, como hace Jeremías, porque no nos quedamos sólo con las cosas de este mundo. Así podemos estar siempre dispuestos a dar fruto y no nos inquietamos ante las dificultades.
Esta fue la actitud del mismo Jesús en su pasión y por eso pudo mostrar amor y perdón en los momentos más duros. Esta fue la actitud de los mártires cristianos, que sabían que perdían los bienes de este mundo y hasta la vida pero que ganaban bienes mucho mayores y alcanzaban la eternidad.
 
    He decidido confiar en ti y no inquietarme ante las adversidades. Tú siempre tendrás una respuesta que llegará en el momento oportuno. Tú siempre serás mi refugio y mi consuelo y sé que no necesito nada más que tu presencia y la fuerza de tu Palabra.

domingo, 6 de febrero de 2022

HOMBRES INDIGNOS

 

Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron. (Lc 5, 10-11)

 

Dios ha elegido a tres hombres  indignos.  Tal vez no me habría atrevido a llamarlos indignos si no fuera porque ellos mismos los reconocen así.

Isaías sabe que es indigno, es un pecador y se considera hombre de labios impuros en medio de un pueblo de labios impuros.

San Pablo dice claramente que él no es digno de llamarse apóstol, se considera un aborto y reconoce abiertamente su pecado como enemigo de la iglesia y perseguidor de los cristianos.

Luego tenemos a San Pedro que se queda deslumbrado ante la santidad que ha descubierto en Jesús y se echa a sus pies diciendo que es un pecador.

Pero estos tres hombres han sido elegidos por Dios y se han convertido para nosotros en hombres santos, incluso en ejemplos de santidad.

Los tres han recibido también el consuelo por parte de Dios y de Jesucristo.

Isaías ha visto un ascua que ha tocado su boca y ha purificado sus labios, es decir, Dios ha perdonado su pecado y lo ha convertido en santo para que pueda ir a dónde él lo envíe.

Pablo sabe que Dios le ha concedido su gracia. Lo experimentó claramente cuando fue bautizado por Ananías después de haber tenido aquella visión en el camino de Damasco. Jesús quería contar con él para que fuera el apóstol misionero que llevara la Palabra por todo el mundo conocido.

Pedro escucha de boca de Jesús la llamada: no temas, desde ahora serás pescador de hombres. Y a partir de entonces su vida fue para Jesús.

Gracias a la respuesta de estos tres hombres el pueblo pudo recibir la Palabra de Dios y escuchar las promesas de salvación y el anuncio de la venida del Mesías. Gracias al compromiso de estos tres hombres hoy nosotros podemos también reconocer a Jesucristo como maestro y salvador y podemos buscarlo y recibir su enseñanza y su gracia.

Aquí estoy yo, tan indigno también, sabiendo todos mis fallos como persona en todos los sentidos. Sé que soy pecador y no puedo ser un modelo de nada, sé que estoy condicionado también por mi forma de ser, por mis fallos humanos porque también tengo mis torpezas, mi falta de formación o mi poca capacidad para llevar a cabo esta misión, pero el Señor quiere contar conmigo. Él perdona mis pecados y me da su Espíritu Santo para que sea posible lo que parece imposible y se haga su voluntad. Cuando él llama no valen las excusas, hay que dejarlo todo y ponerse a caminar con él. Gracias a mi torpe respuesta el pueblo de Dios puede recibir el anuncio del evangelio, el perdón de los pecados y sobre todo al mismo Cristo como alimento en la Eucaristía.

Ya sabes, cuando sientas que Dios te llama no te asustes por tu pequeñez o por tus pecados sino confía en él y responde con generosidad. Y mucha gente recibirá el beneficio de tu respuesta.

 

Yo sé que eres tú quien lleva mi vida adelante y por eso no temo a pesar de los contratiempos, en todo momento confío en ti y espero tu respuesta que llega siempre en el momento adecuado.