sábado, 31 de diciembre de 2016

La fórmula de bendición

‘Que el Señor te bendiga y te proteja;
 que el Señor te mire con agrado
y te muestre su bondad;
que el Señor te mire con amor
y te conceda la paz.’ (Nm 6,24-26)

La liturgia de este primer día del año nos propone la fórmula de bendición. El Señor le prometió a Moisés que así Él bendeciría a su pueblo. Ellos invocan al Señor, lo recuerdan, acuden a Él, y Dios los bendice y los protege.
Esta propuesta es una fórmula sencilla que podemos convertir en un saludo. De esta manera también en nuestra vida cotidiana estamos recordando al Señor, estamos reconociendo que lo necesitamos y que Él se anticipa a nuestros deseos. Al desear la bendición del Señor estamos también poniendo esa luz en nuestro ambiente.
Desear la bendición de Dios no es sólo una palabra bonita. Si yo le pido a Dios que te bendiga no puedo maldecirte a continuación. Si yo deseo que el Señor te bendiga tengo que esforzarme también por ser una bendición para ti.
Es una frase simple, pero creo que está muy llena de contenido.

Al comenzar un nuevo año me dirijo a ti, Señor, y te pido que nos traigas la paz al mundo, que terminen las desigualdades, que se supere la pobreza para que a nadie le falte lo necesario. Te pido por todos los que nos han dejado en este año que ha terminado, porque confío en tu misericordia y sé que los llevarás a tu Reino. Quiero pedirte también por la Iglesia para que tú la ayudes a ser la luz del Evangelio en el mundo, un recinto de paz y amor, de libertad y justicia, para que todos encuentren en  ella un motivo de esperanza.


sábado, 24 de diciembre de 2016

EL PESEBRE


Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. (Lc 2, 12)



En esta noche santa de Navidad me siento impulsado a contemplar al Señor en el pesebre y tratar de comprender todo lo que me está diciendo al nacer en estas circunstancias.

Los profetas habían anunciado lo que iba a suceder y muchos hombres de fe esperaban que llegara este gran día.

Unos pastores fueron los afortunados que recibieron la Buena Noticia, la gran alegría para todo el pueblo. El Salvador ha nacido. Los coros de los ángeles cantan la gloria de Dios y la luz inunda a aquellos pobres hombres. Dios ha cumplido su promesa y ha venido a este mundo.

Ahora llega la sorpresa. Dios no aparece de forma espectacular, es un niño pequeño que está envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Porque Dios no hace las cosas de forma espectacular sino que se deja ver en medio de lo cotidiano. Es un Dios escondido que se muestra para el que tiene fe.

Para alguien que esperara signos espectaculares y un poder fuera de lo común, esto puede resultar una gran decepción. Dios prefiere mostrar su gloria desde la más absoluta pobreza. Esta es la gran alegría para todo el pueblo. Dios no está entre los grandes y poderosos, porque entonces sería inalcanzable. Ha preferido estar entre los humildes para que todos lo podamos sentir cercano.



Si te miro desde la fe yo también podré descubrirte cada día en mi vida a través de cosas sencillas y cotidianas y podré contemplar tu gloria.