sábado, 15 de diciembre de 2012

Alegría de conocer a Jesús


Juan declaró públicamente: "Yo os bautizo con agua, pero ya viene el que es más fuerte que yo, y a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego. (Lc 3,16)

Estamos muy cerca ya de la celebración de la Navidad y hoy toda la liturgia nos invita a la alegría. No se trata de la alegría superficial del consumismo y el ruido, sino de una alegría profunda que nace de dentro; es la alegría de haber conocido a Jesús que nos ha traído la salvación.
Yo pienso que los cristianos tenemos motivos para vivir siempre alegres, porque hemos recibido una Buena Noticia que está por encima de cualquier dificultad que podamos afrontar.
San Juan Bautista nos anuncia al salvador como alguien más poderoso, más grande que trae para nosotros el Espíritu Santo. Así es Jesús. Pero nosotros sabemos que su poder no se ha mostrado en grandezas humanas, sino en la humildad de un pesebre o en la afrenta de una cruz. Pero, aun así, Jesús es el más grande y el más poderoso, porque en Él se ha hecho presente todo el amor de Dios, su deseo de rescatarnos del poder del pecado para convertirnos en una gran familia de hermanos.
Hoy quisiera estar alegre porque sé que la Palabra de Dios es Palabra de Vida que toca cada día el corazón de la gente. Porque son muchos los que sienten la fuerza de este amor para dejarlo todo y entregarse a los demás. Son muchos sacerdotes, religiosos y religiosas y también laicos, que son capaces de buscar los lugares más inhóspitos para llevar esperanza a los más pobres de este mundo.
Creo que hay razones para estar alegres porque sabemos que el amor sigue dominando en el mundo. Podemos ver la lucha de tantas madres y tantos padres por sacar adelante a sus hijos, podemos ver el cariño y la dedicación con la que mucha gente cuida de los enfermos o de los ancianos para hacer más llevadera su falta de salud, sabemos cómo muchos niños tienen ya deseos de ser útiles y de hacer cosas por la gente que los quiere. Estos son, tal vez pequeños gestos de cada día, que nos recuerdan que el bien es siempre más fuerte que el mal.
Son razones para la esperanza porque, si de verdad nos amamos como hermanos podremos construir juntos una sociedad más justa y más humana para todos.
Creo que es interesante la llamada de Juan: ser honrados, no ambicionar más de lo necesario, cumplir con nuestras obligaciones y compartir con quien no tiene. Pero, tal vez, sabiendo que veremos a Jesús despojado de todo en un pesebre, podemos sentir un deseo de dar más y entregarnos totalmente a la voluntad de Dios.

Tú eres la esperanza de los pobres, ellos acuden a ti y tú les das consuelo en sus penalidades. Ellos son testigos de cuánto haces por salvarlos y su testimonio es siempre para mí un ejemplo de fe y perseverancia. Ayúdame a llevar tu luz a la gente con el anuncio de tu Palabra.