sábado, 25 de octubre de 2014

Los dos mandamientos

Maestro: ¿Cuál es el mandamiento principal de la ley? (Mt 22,36)
   Jesús aprovecha una vez más la pregunta malintencionada para dar una enseñanza que se pueda quedar grabada fácilmente. Yo me atrevo a decir que es una de las más importantes.
   Los mandamientos que Moisés entregó a los israelitas en el desierto señalaban los pecados que había que evitar, decían sobre todo lo que no hay que hacer: no robarás, no matarás… ciertamente eran unos mandamientos elementales pero llenos de sabiduría, eran una ley que podría ayudar al pueblo a vivir en paz en la tierra que Dios les iba a dar. Sin embargo la ley se volvió en su contra. Al no cumplir estos mandatos se hicieron merecedores de la condena.
   Pero Jesús nos va a enseñar los mismos mandamientos desde un espíritu nuevo, el del amor. Por eso no nos señala las cosas que no hay que hacer, sino que sencillamente nos indica que amemos a Dios y al prójimo. Como diría San Pablo, el que ama ya tiene cumplida toda la ley.
   Al decir “Amarás” le está dando a la ley la plenitud. Porque el amor no se conforma con evitar el mal sino que busca positivamente el bien. El que ama no sólo se abstendrá de robar sino que estará dispuesto a darlo todo, no se conformará con no mentir sino que defenderá siempre la verdad… el amor siempre nos llevará mucho más lejos que la ley de Moisés.
   Por eso estos dos mandamientos los vemos hechos realidad en la persona misma de Jesús. Él ha sabido amar a Dios con todo su corazón y le ha obedecido plenamente aceptando su voluntad y Él ha sabido amar al prójimo hasta el extremo de entregar su vida para la salvación de todos.


Tus mandamientos son una propuesta maravillosa en la que puedo dedicar toda mi vida, es el ideal para superarme cada día y revisar el camino andado. Pero también me recuerdan constantemente mi debilidad y mi inclinación al pecado. Por eso siento que te necesito a ti para poder vivir así. Tú me ofreces tu compañía y me alimentas con tu propia carne y sangre para que se haga realidad un amor tan extraordinario.