viernes, 25 de marzo de 2011

El agua viva

"Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva". (Jn 4,10)

Jesús viene a traerte el agua viva. Piensa si no experimentas en tu vida la insatisfacción ante las cosas materiales. Lo que en un momento te ilusionó pronto termina perdiendo su interés. Esto es tener sed, porque buscas algo más.
Tal vez sientes que quieres cambiar este mundo pero ves que eres insignificante, que sólo puedes aportar un granito de arena. Tus ideales son altos pero que pobres resultan tus posibilidades. Esto significa que tienes sed, claro que sí: sed de justicia, sed de libertad.
Tal vez experimentas en ti el poder del pecado, compruebas que también te has dejado llevar del egoísmo o de las habladurías, que no dominas tus pasiones y te apartas del bien. Es que tienes sed de santidad, de perfección.
Así podrías pensar una por una todas las cosas que te hacen descubrir tu sed. Mientras vivimos en este mundo ansiamos lo que nos falta. Esto es tener sed de Dios.
No intentes calmar esta sed con cosas pasajeras porque al final todo vuelve de nuevo a empezar.
Jesús es el agua viva. Acércate a Él para que puedas recibir dentro de ti un surtidor que lleva a la vida eterna.
Jesús puede ilusionarte con grandes ideales, es verdad que siempre verás que estás en el camino, pero el camino seguirá siendo ilusión y esperanza.
Jesús te llenará el corazón de amor para que transformes el mundo. Es verdad que será un grano de arena, pero con el poder de quien ha dado su vida en la cruz.
Jesús te mostrará la misericordia del Padre y en él encontrarás al hermano que ha cargado con tus culpas para que recibas el perdón y la Gracia, así te devuelve la santidad.
Jesús es el camino que te lleva al Padre. Con él encuentras a Dios que es el único que puede saciar esta sed profunda.

Tú eres el agua viva, tú alivias con tu amor, con tus palabras y con tu vida todas mis ansias.
Tú me haces ser optimista porque contigo puedo descubrir toda la belleza de la vida y la grandeza del amor.
Tú me devuelves la esperanza con tu entrega total.
Tú purificas mis pecados, me limpias y me renuevas por dentro llenándome de la luz de tu gracia.
Tú me das un corazón nuevo capaz de perdonar, de entregar la vida y de transmitir siempre amor y esperanza.
Tú me llenas de Dios.

viernes, 4 de marzo de 2011

Edificar la casa sobre roca

No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. (Mt 7,21)

Estas palabras de Jesús son una buena oportunidad para recordar cuál es la verdadera espiritualidad cristiana. No hay ninguna duda de que tenemos que ser místicos, hay que vivir una verdadera experiencia de Dios. Pero también hay que tener muy claro que nuestra mística no es una huida del mundo.
Conociendo a Jesús y manteniendo una amistad verdadera con él encontrarás la paz de tu alma. Pero Jesús te hará mirar a los demás con su misma mirada, tendrás que descubrir a los hermanos y salir a su encuentro. Si te unes a Cristo llegarás a amar como Él y tendrás que disponerte a ofrecer tu vida por el bien de todos.
Si tu espiritualidad se quedara reducida a decir “Señor, Señor” y desentenderte de los problemas de este mundo estarías edificando sobre arena.
Por eso Jesús es muy duro cuando explica en qué consiste ser discípulo suyo: hay que hacer la voluntad del Padre, así nos lo enseñó también en el Padre Nuestro diciendo: hágase tu voluntad. También María vivió de este modo su entrega a Dios y lo dejó claro en su respuesta al ángel: hágase en mí según tu Palabra.
Hacer la voluntad de nuestro Padre del Cielo consiste en vivir el compromiso del Amor, como Cristo. Es llevar a la práctica el mandamiento nuevo.
Quedarnos en oraciones bonitas y en culto espectacular sin hacer la voluntad de Dios nos haría merecedores del rechazo de Jesús: “Apartaos de mí, malvados”. Así que se trata de algo muy serio que merece la pena que reflexionemos bien.
Sin embargo escuchar sus palabras y llevarlas a la vida, es decir viviendo el Amor que recibimos de él, es construir nuestra casa sobre Roca. Y una casa que está bien cimentada no se hunde por fuerte que sea la tormenta.
¿No crees que es mejor que tu vida se edifique sobre la roca del Evangelio? Piensa que tendrás que enfrentarte muchas a veces a numerosos problemas, que algún día afrontarás una enfermedad, que te llegará alguna vez la hora de la muerte… ante todo esto estarás firme si has edificado tu vida sobre Cristo. No lo dudes, escucha sus Palabras con atención y llévalas cada día a tu vida.

Contigo me siento seguro. Tú haces que siempre encuentre un motivo para la alegría y me das razones para la esperanza. Contigo encuentro sentido al dolor porque te contemplo en tu pasión y sé que puedo unirme a ti en el sufrimiento; encuentro esperanza ante la muerte porque tú has vencido a la muerte con tu Resurrección y hasta me das ánimo frente al pecado porque tú has vencido al mundo y has dado tu vida para ganarme el perdón. Gracias por tanto amor. Dame un corazón generoso para que cumpla tu voluntad y sea tu testigo ante el mundo.