sábado, 28 de abril de 2012

El Buen Pastor


Yo soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas
Y las mías me conocen. (Jn 10, 14)

El Señor es mi Pastor, es el Buen pastor que no me deja solo en el peligro sino que ha llegado hasta el punto de dar su vida por mí.
El Señor me conoce porque me ama. Conocer para Jesús es sinónimo de amar. Él sabe todo lo que hay dentro de mí, me conoce mejor que yo mismo. A Él no le puedo esconder nada. Sabe muy bien cuáles son mis debilidades y mis dudas pero me conoce por el amor y sabe también cuál es mi esfuerzo y cuáles son mis luchas por superarme. Por eso está siempre dispuesto a perdonarme y a ofrecerme su ayuda para que me supere.
Como me conoce mejor que yo mismo sabe también cuáles son mis posibilidades yo sé bien que Él me valora y confía en mí para trabajar por su Reino. Cuando estoy en su presencia me hace descubrir todo lo que puedo hacer y cada día me sorprende sacando de mí todo lo bueno que Dios ha puesto.
Para ser parte de su rebaño también tengo que conocer yo a mi Pastor y no dejarme engañar por los falsos pastores. Distinguir su voz de otras voces que pueden ser amables pero engañosas.
Conocer a Jesús es ir aprendiendo cada día de la riqueza de su persona y cada día estar con él supone para mí una novedad. A veces me he formado una imagen equivocada y tengo que corregirla.
Él ha dado su vida para rescatarme del pecado y ofrecerme la salvación, no puedo confundirlo con un Dios terrible que pretenda castigarme duramente por mis culpas. Es la imagen viva del Dios Amor que me perdona y me sostiene.
Él me ha prometido estar atento a todo lo que necesito y se alegra de mi oración confiada, pero no puedo pensar que cada vez que tenga un problema se resolverá con una oración. Aunque no vea milagros llamativos, aunque me tenga que enfrentar a la cruz de cada día, yo lo seguiré amando y seguiré confiando en Él porque ha entregado su vida por mí. Nadie me da lo que Jesucristo me ha dado, nadie me ha amado como Él.
Finalmente el Buen Pastor quiere que este amor y esta Gracia alcance a toda la humanidad. Todos los seres humanos son sus ovejas. Algunas son de este redil y otras no, pero todas son suyas y a las que está lejos hay que traerlas aquí para que haya un solo rebaño y un solo pastor. Que el mundo entero alcance el gozo de la unidad, que lleguemos a formar una sola familia, que el Amor reine para siempre en el mundo.

Buen Pastor: Tú me has buscado cuando estaba perdido, me has curado las heridas del pecado, me has alimentado con tu propio cuerpo y me has dado vida con tu Palabra. Tú estás siempre atento a lo que necesito y no me abandonas en el peligro. Contigo estoy seguro y sé que me llevarás a disfrutar de los mejores pastos.



miércoles, 11 de abril de 2012

LA ALEGRÍA DE LA RESURRECCIÓN

Los discípulos se llenaron de alegría
al ver al Señor. Jn 20,20

Cuando Jesús no está todo es triste. Los discípulos estaban dominados por la tristeza y por el miedo. Habían tenido mucha ilusión y muchas esperanzas con su Maestro pero ya había terminado todo porque él había muerto en la cruz. Además se sentían tristes y desanimados porque ellos mismos tenían sobre su conciencia el peso de la culpa. Todos huyeron y no hicieron nada para salvarlo, lo dejaron solo cuando las cosas se pusieron mal y Pedro llegó a negarlo.
Pero Jesús aparece ante ellos y les desea la paz. Está vivo, ha vuelto y quiere seguir teniéndolos por amigos entrañables.
Cuando Jesús está con ellos vuelve otra vez la alegría, la ilusión y el deseo de construir el Reino. Ahora todo es nuevo, ahora podrán comprender que el Reino de Dios se construye con el amor y con la entrega, que no hay que desanimarse ante los fracasos, ni siquiera ante la persecución o la muerte porque Dios está siempre de parte de los suyos y, en su momento, dará la razón a sus elegidos.
Con la alegría de reconocer al Resucitado sienten deseos de salir y contar a todo el mundo la Buena Noticia y ya no hay miedo ni tristeza que pueda paralizarlos.
Esta ha sido la experiencia pascual de los apóstoles que yo deseo hacer también realidad en estos días.
El Señor Resucitado está entre nosotros y es él quien nos envía a proclamar la Buena Nueva en su nombre. Él nos llena de alegría porque siempre está con nosotros y nos da ánimos en los momentos de dificultad. Ya sé que soy muy pequeño y que también pesa sobre mí el peso de la culpa de no haber estado siempre dispuesto a dar la cara por él, como Pedro y los demás. Pero, una vez más, Jesús viene a mostrarme su deseo de seguir siendo mi amigo para siempre, el amigo que nunca falla y que siempre está dispuesto a perdonar. Una vez más me dice que no tenga miedo, que puedo confiar en Él.

Todo el mundo está lleno de la luz de tu Gloria. Tu Resurrección es luz y esperanza de una Nueva humanidad. El pecado ya no puede dominar la Tierra porque tú la has limpiado con tu Amor, la muerte ya no puede destruir la vida porque tú la has vencido con tu Resurrección. Gracias Cristo por habernos devuelto la esperanza.