miércoles, 11 de abril de 2012

LA ALEGRÍA DE LA RESURRECCIÓN

Los discípulos se llenaron de alegría
al ver al Señor. Jn 20,20

Cuando Jesús no está todo es triste. Los discípulos estaban dominados por la tristeza y por el miedo. Habían tenido mucha ilusión y muchas esperanzas con su Maestro pero ya había terminado todo porque él había muerto en la cruz. Además se sentían tristes y desanimados porque ellos mismos tenían sobre su conciencia el peso de la culpa. Todos huyeron y no hicieron nada para salvarlo, lo dejaron solo cuando las cosas se pusieron mal y Pedro llegó a negarlo.
Pero Jesús aparece ante ellos y les desea la paz. Está vivo, ha vuelto y quiere seguir teniéndolos por amigos entrañables.
Cuando Jesús está con ellos vuelve otra vez la alegría, la ilusión y el deseo de construir el Reino. Ahora todo es nuevo, ahora podrán comprender que el Reino de Dios se construye con el amor y con la entrega, que no hay que desanimarse ante los fracasos, ni siquiera ante la persecución o la muerte porque Dios está siempre de parte de los suyos y, en su momento, dará la razón a sus elegidos.
Con la alegría de reconocer al Resucitado sienten deseos de salir y contar a todo el mundo la Buena Noticia y ya no hay miedo ni tristeza que pueda paralizarlos.
Esta ha sido la experiencia pascual de los apóstoles que yo deseo hacer también realidad en estos días.
El Señor Resucitado está entre nosotros y es él quien nos envía a proclamar la Buena Nueva en su nombre. Él nos llena de alegría porque siempre está con nosotros y nos da ánimos en los momentos de dificultad. Ya sé que soy muy pequeño y que también pesa sobre mí el peso de la culpa de no haber estado siempre dispuesto a dar la cara por él, como Pedro y los demás. Pero, una vez más, Jesús viene a mostrarme su deseo de seguir siendo mi amigo para siempre, el amigo que nunca falla y que siempre está dispuesto a perdonar. Una vez más me dice que no tenga miedo, que puedo confiar en Él.

Todo el mundo está lleno de la luz de tu Gloria. Tu Resurrección es luz y esperanza de una Nueva humanidad. El pecado ya no puede dominar la Tierra porque tú la has limpiado con tu Amor, la muerte ya no puede destruir la vida porque tú la has vencido con tu Resurrección. Gracias Cristo por habernos devuelto la esperanza.

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