sábado, 14 de noviembre de 2015

LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE

Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la tierra al extremo del cielo. (Mc 13, 26-27)

A veces el Señor nos comunica mensajes bastante difíciles de comprender, sobre todo cuando se refiere al final de los tiempos. En todos ellos coincide en hablar de catástrofes y de un sufrimiento terrible como el momento previo a su Reinado definitivo. Tengo que reconocer que es un mensaje que a mí me resulta inquietante y que me cuesta mucho llegar a comprender.
Las palabras de Jesús no pretenden meter miedo, está claro que ése no había sido nunca su objetivo. Sus palabras, también éstas tan extrañas, lo que quieren es dar consuelo en los momentos de dolor al anunciar la Victoria definitiva de  Dios sobre el mal. Desde esta explicación es como creo yo que se puede comprender este mensaje. Dios nos ha dejado absoluta libertad y no se va a entrometer en nuestras decisiones aunque ellas nos produzcan situaciones de dolor. Pero nos va a ofrecer siempre una vía de salvación.
Como vemos, las guerras y la violencia siempre han estado presentes en la vida de los hombres y aun hoy día siguen sembrando el terror y el sufrimiento. Hoy mismo estamos asistiendo a la noticia de un terrible atentado que ha causado muchos muertos y heridos. Ante esto Dios quiere que mantengamos firme nuestra fe en Él. Jesús nos dice que estos son los signos de que está cerca, aunque después añade que nadie sabe el día ni la hora.
También el Señor  padeció el sufrimiento cuando se vio sometido a su pasión y a su muerte en cruz, pero éste fue el medio por el que trajo al mundo la liberación del pecado y la esperanza de la Resurrección.
No sabemos qué podría ocurrir en el futuro. Es verdad que muchas veces pasamos por situaciones difíciles y dolorosas, que tal vez no lleguen a ser tan terribles como las que describe el Evangelio. Pero en todas las circunstancias hemos de mantener la esperanza en el Señor, porque sabemos que no nos deja abandonados a nuestra suerte. Aunque todo parezca llevarnos a la destrucción, nosotros mantenemos firme el convencimiento de que Dios lo transformará todo en vida y salvación. Porque, a fin de cuentas, sabemos que este mundo es temporal y que tiene que llegar algún día a su fin. Pero el Reino de Dios, que llegará después de estas tremendas tribulaciones, durará eternamente.

He decidido confiar siempre en ti. Tú me has dado muestras constantes de que me acompañas aunque la realidad muchas veces me muestre su lado más duro. He experimentado en los momentos difíciles cómo me has asistido con tu presencia silenciosa. Sé que nunca que más a fallar. Por eso confiaré en medio de la oscuridad. Tú siempre estarás cerca para librarme de todos los males.

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