jueves, 11 de noviembre de 2010

Perseverancia

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras vidas.
(Lc 21,19)

Cuando aparecen las dificultades hay que afianzar las convicciones. ¿Por qué seguimos a Jesús? ¿Realmente aporta algo bueno para nuestra vida? Está claro que sí. Piensa bien todo lo que hace en ti tu fe. Es verdad que habrás tenido momentos de duda o de tinieblas, porque a lo largo de la vida hay ocasiones para todo. Pero Cristo te ha dado una razón para vivir. ¿No es un gran don conocer el Evangelio y descubrir el amor de Dios? ¿No es un regalo inmenso poder celebrar los sacramentos y experimentar la Gracia? Piensa cómo mejora hasta tu forma de ser al estar en contacto con Cristo: Él te hacer tener mayor caridad, te fortalece para sobrellevar las dificultades, te anima al compromiso por un mundo mejor.
Por eso no puedes dejar de testimoniar esta fe que transforma tu vida. Aparecerán muchas críticas, te harán poner en cuestión los fundamentos de lo que crees, te descubrirán muchos defectos y pecados. Frente a todo esto perseverancia.
Ante el laicismo dominante y el odio a la fe o el desprecio a la moral cristiana que aparece en algunos ambientes persevera creyendo en la fuerza salvadora del Evangelio y agradece todo lo bueno que aporta la presencia de Cristo en el mundo.
Ante la deriva integrista y rigorista que aparece en muchos ambientes eclesiásticos, tal vez como reacción al laicismo; persevera meditando el Evangelio que habla del Amor de Dios, de la Salvación, del Perdón de los pecados y de la promesa del Reino. Sigue orando por las vocaciones y sé paciente, recuerda que Dios tiene su propio ritmo.
Ante tu propia debilidad o tu inclinación al pecado, tampoco has de venirte abajo. Persevera también junto al Señor. Él te conoce muy bien por dentro y sabe también lo grande que es tu amor. Él te dará  sus dones para que seas un instrumento en sus manos y hagas llegar a todos su Amor y su misericordia.
Persevera en medio de las dificultades y salvarás tu vida y harás brillar ante el mundo a Cristo, el verdadero sol de Justicia.

Me siento perdido en medio de tantas cosas. Sólo tú eres mi sosiego. Tú me haces mirar la vida con optimismo y me das la esperanza. Eres tú el dueño de este mundo y nadie podrá detener tu impulso renovador. Sé que puedo fiarme de ti, tú nunca me fallarás. 

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