sábado, 2 de marzo de 2013

Llamada a la Conversión

¿Creéis que aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató eran los únicos culpables entre todos los vecinos de Jerusalén? Os digo que no. Todos pereceréis igualmente si no os arrepentís". (Lc 13,4-5)

El tiempo de Cuaresma nos llama a la Conversión. Para nosotros se trata de prepararnos espiritualmente para celebrar la Pascua. La participación en los misterios de la Muerte y Resurrección del Señor será una renovación de nuestra vida y merece la pena que nos preparemos seriamente durante este tiempo.
Jesús se vale de unos acontecimientos trágicos que han sucedido para llamar la atención de sus oyentes sobre la necesidad de la Conversión. Estas cosas no son consecuencia de los pecados personales de la gente, por lo tanto le pueden ocurrir a cualquiera. Por eso, lo mejor es estar siempre preparados.
Si tu corazón está sólo apegado a este mundo: al dinero, al bienestar, a la familia o a las cosas meramente terrenales, de pronto puede suceder algo que haga que todo se derrumbe. Por eso lo mejor es acercarse a Jesús y dejarse orientar por él.
Jesús, como el buen labrador, ha preparado tu vida como una planta querida. Te ha quitado los matorrales y las piedras, porque se ha entregado por ti para librarte de tus pecados. Te ha purificado y te ha preparado un corazón limpio. También te ha abonado, porque puedes alimentarte con su Palabra y puedes recibirlo a Él en persona al comer su Cuerpo en la Eucaristía. Ahora espera que produzcas fruto, y ese fruto es la Conversión. Transforma tu vida, escucha su llamada y respóndele entregándote a los demás.

Señor tú escuchas siempre el grito de los pobres que te buscan y te piden ayuda. Tú quieres responder a sus oraciones y me has elegido a mí para que vaya en tu nombre y les muestre tu amor entrañable. Yo sé que no soy nada, pero tú me ofreces la fuerza de tu Espíritu, por eso me atrevo a responder: aquí me tienes para hacer tú voluntad.

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