sábado, 8 de septiembre de 2012

El poder de Jesús


Todo lo ha hecho bien;
hace oír a los sordos y hablar a los mudos.


Jesucristo fue un hombre semejante a nosotros en todo menos en el pecado. Pero también hacía cosas extraordinarias, tenía un poder sobrenatural que dejaba a todos llenos de asombro. La explicación, para nosotros es muy simple: además de ser un hombre era también Dios, es Dios hecho hombre para salvarnos.
Ya habían anunciado los profetas que ocurrirían estas cosas como una señal de la presencia de Dios en medio de su pueblo. En momentos muy duros, mucho más difíciles de los que ahora estamos viviendo, el pueblo encontró esperanza en aquellas profecías.
¿No necesitamos también hoy mensajes de ánimo? ¿No nos está haciendo mucha falta poder pensar en el futuro con optimismo? A mí se me ocurre que es una oportunidad para que empecemos a mirar a Dios, a escucharlo y a creer en sus promesas. Las promesas de Dios se cumplen siempre, no lo dudes. Lo que pasa es que él actúa de forma distinta, desconcertante.
Mientras estemos apegados sólo a los asuntos de este mundo, mientras confiemos únicamente en las cosas materiales, tendremos los ojos cerrados para ver los milagros que todavía suceden a nuestro alrededor.
Si sólo somos capaces de ver nuestros problemas particulares y queremos soluciones inmediatas nos perderemos la oportunidad de descubrir todo lo bueno que Dios sigue haciendo con nosotros y de escuchar todo lo que tiene que decirnos.
Pero podemos abrirnos al misterio y dejarnos sorprender por Dios. Él  ha escogido a los pobres de este mundo; a todos nos llama a hacernos pobres y pequeños para entrar en su Reino. Los sabios y entendidos no alcanzan a comprender este mensaje, pero sí lo comprenden los pobres, los sencillos, los que reconocen su ignorancia.
Jesucristo cumplió todas aquellas profecías y la gente pudo admirar cómo ante él los sordos oían y los mudos hablaban.
Quiero volver a tener un fe sencilla, y también ingenua ¿por qué no? Le voy a rezar al Señor pidiendo milagros, quiero que siga haciendo cosas humanamente imposibles. Voy a hablar con él confiando en que es Dios y lo puede todo. No perderé mi fe por no ver mis deseos cumplidos, pero seguiré rezando y pidiendo lo imposible y seguiré esperando ver el poder de Cristo.
Él, que abrió los ojos de los ciegos, me abrirá los ojos para ver todo lo que hace por mí, me abrirá los oídos para escuchar si Palabra y soltará mi lengua para que cante sus alabanzas.
Él me abrirá también los ojos para que pueda ver a mis hermanos y descubra a todos los que me necesitan, abrirá mis oídos para que escuche el grito de los pobres y me ensanchará el corazón para que entregue mi vida por ellos, como Él entregó su vida por mí.

Transforma este mundo nuestro, Señor, para que reine el amor, cura a los enfermos, da esperanza a los tristes, y abre el corazón de todos a tu Palabra salvadora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario