viernes, 20 de julio de 2012

Como ovejas sin pastor


Jesús, al desembarcar y ver tanta gente,
se compadeció de ellos
porque eran como ovejas sin pastor,
y se puso a enseñarles muchas cosas. (Mc 6,34)

            El Evangelio nos cuenta cómo la gente buscaba a Jesús hasta el punto de no darle tiempo ni para comer. Quería estar a solas con sus discípulos en un lugar tranquilo, pero la multitud sigue buscándolo por todas partes.
            Tal vez han comprendido que Jesús es alguien en quien se puede confiar, alguien que está dispuesto a escuchar sus problemas y a interesarse de verdad por sus personas, tal vez buscan tan sólo los milagros o la curiosidad por conocer a un hombre que cura a los ciegos y limpia a los leprosos; posiblemente habría de todo.
            El Señor, por su parte, los mira a todos, compadecido, es decir, sintiendo en sí mismo todas sus inquietudes y todas sus preocupaciones. Los ve desorientados, confundidos, empobrecidos… son como ovejas sin pastor. Pero Él es capaz de ponerse en su situación y encontrar una solución para ellos. Pero tal vez aquí también nos desconcierta el Señor: “Se puso a enseñarles muchas cosas”, la enseñanza del Reino de Dios es la respuesta para toda aquella multitud desorientada.
            Yo sé que esto puede resultar ridículo si se entiende sin fe, pero estoy convencido del poder de la predicación. Recuerda que el Evangelio no es un cuento para entretener a los niños sino un mensaje de Salvación, es la Palabra viva de Dios. Es mucho más que un relato de milagros o una historia bella de un hombre bueno. Las palabras de Jesús tocan de lleno a quien las acoge.
Te ayudan a comprender tu gran dignidad porque te revelan lo mucho que significas para Dios, que se presenta ante ti como Padre y te espera siempre con los brazos abiertos, que se compadece de tu debilidad y te perdona siempre; y que para sacarte de tu miseria ha enviado a su Hijo.
Si tú vales tanto tienes que vivir conforme a esa dignidad que se te ha revelado, pero también has de mirar a los demás reconociendo en ellos el gran valor que tienen: son Hijos de Dios redimidos por la sangre de Cristo.
Las Palabras de Jesús no son sólo palabras, Él mismo está en ellas, por eso lo puedes descubrir caminando a tu lado. ¿No te has dado cuenta de cómo te habla personalmente a ti? ¿No has sentido que esta Palabra estaba respondiendo a tu inquietud o preocupación concreta?
El Señor Jesús, está vivo y camina contigo. Ya no estamos como ovejas sin pastor, porque hemos conocido al Pastor que nos reúne, nos alimenta y nos lleva a las fuentes de la Vida.

A veces me gusta estar contigo en un lugar tranquilo, pero no para evadirme sino para poder comprender mejor todo lo que me pides, para orar por cada persona que se ha acogido a mis plegarias, para tratar de entender todo lo que estás haciendo en los pequeños y sentir que no estoy solo. Después siento más deseos de volver a ser testigo de tu Reino y enseñar a todos estas cosas que nos llenan de vida y esperanza.

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