«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.» (Mc 10,42-45)
Cuando nos acercamos al Evangelio es necesario que tengamos abierta nuestra mente para algo distinto de lo que vivimos en el día a día. Porque al acercarnos a Jesucristo nos estamos adentrando en el misterio de Dios y se abre para nosotros el mundo celestial.
El pecado es la causa de todos los males y nos vemos esclavizados por él. El pecado está dando lugar al odio y a la guerra que por todas partes del mundo produce toda clase de sufrimientos entre las personas, es la causa de las desigualdades y las injusticias, de la pobreza y la miseria que obligan a la gente a salir de sus países buscando una vida mejor. El pecado está incluso dentro de cada uno de nosotros que sentimos ese dominio cuando no hacemos lo bueno que deseamos sino el mal que no queremos.
Pero tenemos un Redentor. La Palabra de Dios nos presenta a Cristo como nuestro Salvador, porque Él ha cargado con el pecado de todos para justificarnos, es decir para hacernos justos y santos. Nosotros hemos pecado y hemos introducido el mal, pero Jesús ha venido a dar su vida en rescate por todos.
Jesucristo ha cargado en la cruz con nuestros sufrimientos y con las consecuencias de nuestros pecados, por eso hemos sido justificados por el sacrificio de su vida. Ya no tenemos que andar con miedo a Dios, porque hemos sido salvados y Dios no es un juez severo sino un padre lleno de misericordia. Ahora toca vivir agradecidos por el don recibido y corresponder amando al prójimo y cargando con los pecados de los demás para seguir el ejemplo de nuestro Salvador.
También nos invita la Escritura a acercarnos con fe al trono de la gracia, es decir a Jesús. De él vamos a recibir la misericordia, que es el perdón de nuestros pecados y la gracia que nos auxilia oportunamente, es decir vamos a recibir el Espíritu Santo que nos permite vivir una vida nueva.
Señor Jesús, tú eres mi Salvador. Tú eres mi Señor. A ti acudo y te invoco cada día. Tu presencia en mi vida me permite afrontar las dificultades y vivir con esperanza.
Muchas gracias.
ResponderEliminarSeñor,ayúdanos a conocer el camino que debemos seguir para llegar a tu reino con las manos lo más llenas posible
ResponderEliminarSin tu ayuda es imposible,.Aveces pedimos cosas que no es lo que nos conviene,Estamos a tu disposición cómo miembros de tu iglesia a seguir tus pasos aunque en ello nos cueste la vida.
Que sepa hacer tus mandatos y cumplirlos lo mejor posible
Amén
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