sábado, 15 de junio de 2024

LA SEMILLA QUE SE SIEMBRA

 

El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha. (Mc 4,26-29)

 

Una vez más el Señor viene a consolarme. El Reino de Dios no viene con apariencia de grandeza sino en lo pequeño y en lo humilde.

Como es él mismo el que viene, tiene una gran fuerza, un gran poder de sacar adelante su Reino.

A los que hemos sido elegidos nos envía para sembrar esta pequeña semilla. Yo diría que es pequeña y débil. Es la semilla del amor y de la misericordia, de la bondad y de la verdad. Aparentemente es muy débil frente al odio o a la mentira, frente a la maldad o a la violencia. Es muy pequeña y muy débil, pero tiene el poder de Dios y llega a ser imparable.

Pienso en el desánimo que siento cuando veo cómo prospera todo lo que va contra Dios, incluso dentro de la misma iglesia. Siento que me estoy esforzando y desgastando para nada, porque se abre camino el populismo, la superficialidad y sigue prosperando la mediocridad. Mientras tanto la gente se aleja de Dios y busca respuestas en espiritualidades alejadas de la realidad, incluso, sin darse cuenta, le dan cabida al maligno. Se busca respuesta en el esoterismo y se cae en prácticas diabólicas con apariencia de bien.


Pero en realidad las cosas son de otra manera, no me cabe duda. La semilla que ha caído en la tierra germina, crece y produce mucho fruto porque el poder está en la misma semilla y es el poder de Dios. Mucho más fuerte que el poder del diablo, mucho más grande que los poderes de este mundo. Y es verdad, que muchas personas que se han alejado, que han caído en pecados muy graves porque no tenían ninguna relación con Dios, de pronto, empiezan a buscar una respuesta a su vida y se encuentran con Jesucristo que lo cambia todo. Cada día me sorprenden numerosos testimonios de conversión. Porque Dios sigue actuando. La semilla sigue germinando, creciendo y dando fruto.

 

Señor Jesús, todo lo que me permites vivir es una llamada para que siga esforzándome en dar a conocer tu evangelio, en hacerme cada día más pequeño y más pobre, en vivir desde el amor en cada encuentro, con cada persona; en orar y estar siempre junto a ti, mi Señor y salvador.

 

2 comentarios:

  1. Somos esa semilla pequeñita que nos ha sembrado nuestro sembrador ,(Dios)vamos creciendo con dificultad, débil con mucha dificultad y trabajo, a veces cuesta crecer y hacerse fuerte , nosotros solos no podemos avanzar,necesitamos del cuidado de nuestro sembrador.
    Nos estamos formando constantemente y muchas veces nos derrumbamos, pero con la ayuda del Padre daremos buen fruto,no cuando nosotros queramos sino cuándo él quiera

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