domingo, 17 de noviembre de 2019

EL FINAL DE LOS TIEMPOS


Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. (Lc 21,12-13)

Jesucristo nos habla con estas imágenes apocalípticas de cómo las cosas terrenas tienen su final. También el templo de Jerusalén, que había sido la admiración de muchos visitantes, quedó destruido y sólo conservamos de él el muro de las lamentaciones. No tiene sentido aferrarnos a las cosas mundanas, por bellas o buenas que sean, porque todo se termina. Mejor que pongamos nuestro corazón en Dios, en su Palabra, en sus promesas, en las cosas del cielo que son las que durarán para la vida eterna.
De este modo podremos vivir con paz los momentos difíciles, que nunca nos faltarán. Cuando pasemos por grandes sufrimientos, por duros que sean, podremos convencernos de que son pasajeros, como todo lo de este mundo, y tenemos la certeza de que nos espera entrar en la presencia de Dios y  encontrarnos con nuestro salvador.
Hoy en día tenemos noticias de persecuciones a los cristianos, de mártires actuales que nos recuerdan los primeros siglos del cristianismo. Ellos encuentran fuerza y ánimo en estas palabras de Jesús. Están comprobando en sus personas que la persecución es una ocasión para dar testimonio de su fe en Cristo, pueden darse cuenta de que es verdad que el Señor pone en sus bocas palabras llenas de sabiduría. Yo he tenido la suerte de conocer a Elías, un sacerdote de Alepo y me ha impresionado el testimonio de reconciliación de su comunidad cristiana después de la guerra. La persecución y la destrucción de su catedral fueron una oportunidad para ser testigos del amor de Jesucristo y de su llamada a vivir de verdad la paz y el perdón. No olvidemos a estos hermanos y oremos por ellos para que nuestra oración los sostenga y su testimonio siga siendo una semilla del Evangelio en este mundo. Tengamos nosotros siempre la mirada en el Señor para que no nos vengamos abajo ante cualquier dificultad. El Señor nos anima a la perseverancia en medio de las pruebas que nos correspondan en cada momento.
Tal vez para nosotros la prueba es la apatía, la indiferencia de nuestro mundo ante el Evangelio. Pues también estamos llamados a la perseverancia en medio de esta situación. Aunque todos abandonen la práctica religiosa mantengámonos firmes en la oración, en la vida cristiana de cada día, en la alegría de sentirnos hermanos de todos, en la misa de cada domingo y en el esfuerzo por vivir la caridad con el prójimo; seamos así testigos de Cristo en nuestros ambientes y no pongamos nuestro corazón en cosas materiales que al final se desmoronan sino en Jesucristo que vive para siempre.

Tú eres la verdadera sabiduría que se puede encontrar. Tu mensaje es la verdad que nos hace libres y tu presencia viva me sostiene cada día y deja siempre una huella fuerte en mí.

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