jueves, 24 de diciembre de 2015

UN NIÑO ACOSTADO EN UN PESEBRE


Os traigo la Buena Noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. (Lc 2, 10-12)


A mí me resulta asombrosa la forma de actuar que tiene Dios. Se puede decir que es desconcertante, porque no se ajusta a lo que haríamos nosotros con nuestra forma de pensar humana y materialista. Pero es asombroso ver cómo Dios ha querido ser un niño pobre al que podemos encontrar fácilmente. Un niño pobre y desvalido dispuesto a aceptar todo el amor y toda la ayuda que se le quiera dar.
En la noche de aquella primera Navidad, el mundo estaba recibiendo a Dios de una forma única que marcaría para siempre la historia de la humanidad, pero pasó desapercibido para todos. Tan sólo unos sencillos pastores que recibieron un mensaje del cielo y unos magos que vieron brillar su estrella acudieron a su encuentro.
No dejemos que hoy suceda lo mismo. No seamos indiferentes ante lo que Dios está haciendo por nosotros, como siempre, de forma sencilla y silenciosa. Hoy necesito llenarme de asombro ante la presencia de Jesús en el seno de esta tierra.
¡Cuánto amor, cuánta ternura, cuánto sacrificio! Todo para que podamos encontrar la alegría y la libertad.
Me gustaría ver a Dios como lo vieron los pastores. Creo que el anuncio del ángel también es una Buena Noticia para mí. Por eso voy a salir corriendo a buscar a ese niño pobre que está en un pesebre.
Si me acerco a los pequeños, allí lo encontraré; si me acerco a los niños, en ellos podré ayudarle; si me acerco a los forasteros, a los extranjeros, veré a Dios presente en ellos; también pienso en esos niños grandes, que necesitan mi comprensión o mis consejos o, sencillamente mi compañía, ahí encuentro a Dios que ha venido a este mundo para estar cerca de mí y ha querido hacerse indigente de mi amor y  mi cercanía.


Hoy quiero pedir tu bendición sobre todos los niños y todos los pequeños que has puesto cerca de mí. Quiero pedirte también por todos aquellos a los que no podré llegar con mi ayuda pero que están necesitados de amor y comprensión. Tú podrás llenarlos con tu bendición y pondrás en su vida a las personas que los llenen de paz y de consuelo.




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