sábado, 12 de septiembre de 2015

PENSAR COMO DIOS

¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! (Mc 8,33)

Ya en el momento de las tentaciones del desierto, Satanás intentó convencer a Jesús para que buscara un estilo de vida más glorioso y se alejara del camino de la cruz. En realidad este viene a ser el pensamiento de los hombres: triunfar, disfrutar, poder y tener.
Dios hace las cosas de otra manera, porque lo que quiere es salvarnos del pecado y liberarnos de todas las esclavitudes. Para eso vino al mundo su Hijo querido.
Jesús no habría podido salvarnos poniéndose en el lugar de los privilegiados. ¿Quién se hubiera sentido entonces identificado con él? Para salvarnos, Jesús tenía que ocupar el último puesto, entrar en el mundo tomando parte del sufrimiento de los más desfavorecidos. ¿Quién podrá ser más pobre que un condenado a muerte de forma injusta? Éste es el destino del Salvador, éste es el puesto que ha ocupado nuestro Señor. Así es como piensa Dios y nos deja sin palabras.
¿Dónde está Dios? Se pregunta muchas veces la gente ante las desgracias que inundan el mundo, ante el sufrimiento de los inocentes. ¿Dónde está Dios?
Hoy está huyendo de la guerra y buscando un hogar seguro, está siendo degollado por los violentos o quemado vivo o arrojado al vacío, está perdiendo su vida en el mar, muriendo arrastrado por una corriente de agua debajo de un puente, está padeciendo el dolor de todos los pobres de nuestro mundo de hoy con sus injusticias y desigualdades. Ahí lo podemos encontrar sin lugar a dudas.
Sabiendo esto, ¿Podré ser discípulo de Jesús buscando privilegios y comodidades? Está claro que no. Para ser discípulo hay que dejar de pensar como los hombres y pensar como Dios. Para seguirlo hay que cargar con la cruz.

Ya me animaste, Señor, a ser un odre nuevo, para que este vino nuevo que vienes a traer no reviente dentro de mí. Yo no podré llegar a una transformación tan grande si no es con tu ayuda. Sabes que me entusiasma tu proyecto y que deseo seguirte hasta el final. Pero no puedo negar que soy débil y no  puedo hacer nada sin ti.



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