sábado, 5 de abril de 2014

LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA

Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto? (Jn 11,25-26)

    Jesús llegó a Betania cuando Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Después de cuatro días, no había ya mucha esperanza de que pudiera suceder algo extraordinario. En esas circunstancias le pide a Marta que crea.
   Creer es una opción en la vida. Y cuando creemos no lo hacemos porque tenemos evidencias, si las tuviéramos no necesitaríamos creer. Más bien creemos porque hemos puesto nuestra confianza en alguien que lo puede todo, que está por encima incluso de la naturaleza.
    Marta hizo una confesión de fe en Jesús: “Yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”. En esas afirmaciones es donde ella podía encontrar el motivo profundo para confiar que todavía podría hacer lo que a todas luces es imposible.
    Jesús sabía también que su Padre no le fallaría y se confió en él. En la oración del huerto aceptó su voluntad y se entregó voluntariamente a la muerte. Pasaron tres días antes de que se anunciara la Resurrección. Los discípulos también dudaron y tuvieron miedo. Era difícil creer en lo imposible. Pero Él es el Señor de todo y puede transformar hasta la muerte.
    Hoy me veo, como siempre, envuelto en mis dudas y en mis miedos. Miro a mi alrededor y veo que no tengo razones para esperar nada, sin embargo contemplo a mi Señor en una cruz, entregando la vida por mí y siento que puedo confiar en él siempre. Cuando menos lo espere me volverá a sorprender mostrándome su gloria.


Tú has vencido al mundo obedeciendo al Padre hasta dar tu vida por amor. Así eres poderoso y grande. Contemplando tu cruz puedo entender el valor de una vida entregada. En la cruz está la verdadera sabiduría y la fuerza imparable que todo lo transforma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario