viernes, 11 de octubre de 2013

Los diez leprosos

Uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 
  y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 
(Lc 17,15-16)

En la vida ordinaria sabemos que hay que ser agradecidos y demostramos nuestra buena educación aprendiendo desde pequeños a decir “gracias”. También es necesario mirar  a Dios con gratitud por todo lo que recibimos de Él.
Cuando damos gracias hacemos un acto de humildad porque reconocemos que hemos recibido algo que se nos ha regalado.  Nos damos cuenta de que lo que hemos recibido no era un derecho nuestro sino un don que se nos otorga. Y como todo es un don no podemos apropiarnos nada de forma egoísta sino que todo ha de servir para la gloria de Dios y el bien de los hermanos.
 En la parábola sólo vuelve dando gracias el samaritano. Los otros nueve tal vez pensaron que tenían derecho a ser curados por ser judíos. Por eso a él se le anuncia que su fe lo ha salvado. Todos han sido curados pero sólo uno ha sido salvado.
Cuando damos gracias estamos reconociendo el amor del Padre que se nos hace presente hasta en los más pequeños detalles. Podríamos orar reconociendo todo lo que Dios nos ha dado en nuestra vida. Pensar detalladamente en todos los dones recibidos: las cosas importantes como la vida, la familia, el amor… las cosas pequeñas de cada día como una sonrisa, un gesto de cariño, un saludo o una sencilla oración… las cosas materiales como la casa, el trabajo, el alimento… y también los dones espirituales como el perdón de los pecados, la oración, la fe, la esperanza en la vida eterna…
Son muchos bienes los que el Señor ha derrochado sobre nosotros.


Señor Jesús, yo también estaba manchado con la lepra del pecado y tú has tenido compasión de mí. Me has devuelto la carne sana con tus palabras de vida, con tu entrega hasta la muerte y con tu resurrección. Me has llamado para servirte y me has enviado tu Espíritu  para que actúe conmigo y me ayude a superar mis limitaciones. Me has rodeado de personas que me hacen llegar tu amor cada día con su cercanía. Todo lo que hay en mí es un motivo para darte gracias de todo corazón.

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