sábado, 6 de agosto de 2011

Jesús camina sobre el agua

Jesús les dijo: "Tranquilizaos. Soy yo, no tengáis miedo". (Mt 14,27)

Los discípulos estaban llenos de miedo, tenían el viento en contra y ahora aparece ante ellos lo que piensan que es un fantasma. Pero Jesús, con su presencia los tranquiliza y les dice que no tengan miedo.
Otra vez le vuelve a entrar miedo a Pedro. Él ha ido muy decidido a caminar sobre el agua como Jesús, pero luego al sentir la fuerza del viento ha dudado. Cuando se está hundiendo sólo puede recurrir de nuevo al Señor.
Pienso que el viento contrario se puede entender como la situación que vive hoy la Iglesia. Anunciamos el Evangelio con su Buena Noticia de salvación en medio de una sociedad que está feliz con lo que tiene y no busca salvarse de nada, y tenemos que predicar una moral cuando la gente quiere mejor vivir sin normas. Así que nos toca ir con el viento en contra.
Encima tenemos que cargar con nuestra propia mediocridad, con los escándalos que se producen dentro de la Iglesia y por tanto por problemas que hemos creado nosotros mismos.
Pero Jesús está aquí, con nosotros y nos dice que no tengamos miedo.
Lo que pasa es que la presencia de Dios no viene de forma espectacular sino como un susurro. Y yo creo que también, de forma humilde es como se va transmitiendo el evangelio y cómo la fe va renovando a las personas.
El trabajo que estamos haciendo cada día, nuestra oración, nuestra participación en la Eucaristía, todo el bien que hacemos no quedarán sin fruto aunque el viento sea contrario, porque Jesús está con nosotros.
Todavía, a pesar de su presencia, podemos dudar y hundirnos, pero él siempre nos tenderá su mano para salvarnos.

Señor sálvame, porque siento que mi pobre ser es débil y las olas me hunden fácilmente, porque no he superado todavía mi condición de pecador, porque me aparto de ti fácilmente y me dejo atrapar por asuntos mundanos que no me hacen feliz. Sálvame porque necesito sentirme siempre apoyado por ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario