sábado, 1 de enero de 2011

Gracia sobre Gracia

De su plenitud todos nosotros hemos recibido,
y gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por Moisés,  
pero la gracia y la fidelidad vinieron por Cristo Jesús. (Jn 1,16-17)

Por haber pecado nos encontrábamos lejos de Dios, y habíamos llegado a ser esclavos. Pero Dios, lejos de llenarse de cólera, lo que sintió por nosotros fue una inmensa compasión. Él es un padre que nos ama y no quiere que ninguno se pierda. Por eso ha venido Jesús a traernos la Gracia y la Verdad.
Por medio de Moisés llegó la ley, como una expresión de la voluntad de Dios. Eran diez mandamientos elementales para cumplirlos y ser felices en este mundo. Pero el pecado ha seguido destruyendo nuestra vida y la ley se convirtió así en la causa de la condena.
Jesús nos ha traído la Gracia. Es el don de Dios que no pide nada a cambio, es gratuito, inmerecido. La gracia no significa otra cosa que un verdadero regalo. Pero dice todavía más. Hemos recibido gracia sobre gracia. Podemos decir que todo es gracia.
Por gracias hemos sido llamados Hijos de Dios, nos han perdonado los pecados, y estamos destinados a la vida eterna.
A mí que soy débil y que he destruido en mi vida la imagen de Dios con mis pecados, el Señor ha venido a decirme que me quiere mucho y que está dispuesto a dar su vida para rescatarme de esa esclavitud.

Me has regalado tantos dones como yo nunca habría imaginado. Me has llamado a tu servicio y me has convertido también en una gracia para mis hermanos. Yo te he dicho sí y te estoy entregando mi vida. Es verdad que soy torpe y que necesito cada día de tu misericordia. Pero no puedo hacer otra cosa que darte gracias en todo momento y proclamar a todos tu Amor.

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