sábado, 29 de junio de 2024

JESUCRISTO, SEÑOR DE LA VIDA

 

Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.» (Mc 5,35-36) 

El anuncio del Reino de Dios va acompañado de las señales que acreditan que la Palabra de Jesús es Palabra de Dios. Los apóstoles ya han comprobado que Jesús tiene poder sobre las fuerzas de la naturaleza. Pero la fama de Jesús se va extendiendo. La gente sabe que puede curarse de sus enfermedades con sólo tocarle el borde del manto. Por eso ya hay muchos que buscan a Jesús para que los sane.  

Por una parte, tenemos a Jairo, el jefe de la sinagoga. Un hombre importante que busca a Jesús en un momento de desesperación porque su hija se muere y tiene sólo doce años. Su prestigio y su posición social no son nada ante la enfermedad de su hija. Él se postra ante Jesús porque es su única posibilidad. 

Por otro lado, tenemos a la mujer hemorroísa, que con sólo tocarlo se queda curada de su mal.

El dinero y los médicos tampoco han sido la solución para sanarla, pero ha encontrado a Jesús y de forma discreta lo ha tocado para curarse. 

En los dos casos se subraya la fe. A la mujer, Jesús mismo le dice que ha sido su fe la que la ha curado y a Jairo, en el momento terrible de la noticia de la muerte de su hija, le dice que no tema y que basta que tenga fe. 

Jesús les dio a los discípulos el encargo de sanar a los enfermos y de expulsar los demonios. Y esto es una realidad, pero es necesario tener fe. 

Este relato del evangelio es una oportunidad para nosotros de reconocer el poder de Jesús sobre la naturaleza. Ciertamente él lo puede todo. Tiene poder incluso sobre la muerte y por eso se quedan asombrados los que ven estas cosas. Pero su poder es posible cuando tenemos fe en él. 

Yo te alabo mi Señor y mi Salvador porque has venido a liberarnos de todos los males. Tú tienes el poder sobre la muerte y nos curas de todos nuestros males. A ti te pertenece nuestra vida y por eso tenemos confianza. Tú nos das la vida porque has venido al mundo para que tengamos vida en abundancia. La muerte no tiene ningún poder sobre ti. Bendito seas por siempre Señor Jesús. 

sábado, 15 de junio de 2024

LA SEMILLA QUE SE SIEMBRA

 

El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha. (Mc 4,26-29)

 

Una vez más el Señor viene a consolarme. El Reino de Dios no viene con apariencia de grandeza sino en lo pequeño y en lo humilde.

Como es él mismo el que viene, tiene una gran fuerza, un gran poder de sacar adelante su Reino.

A los que hemos sido elegidos nos envía para sembrar esta pequeña semilla. Yo diría que es pequeña y débil. Es la semilla del amor y de la misericordia, de la bondad y de la verdad. Aparentemente es muy débil frente al odio o a la mentira, frente a la maldad o a la violencia. Es muy pequeña y muy débil, pero tiene el poder de Dios y llega a ser imparable.

Pienso en el desánimo que siento cuando veo cómo prospera todo lo que va contra Dios, incluso dentro de la misma iglesia. Siento que me estoy esforzando y desgastando para nada, porque se abre camino el populismo, la superficialidad y sigue prosperando la mediocridad. Mientras tanto la gente se aleja de Dios y busca respuestas en espiritualidades alejadas de la realidad, incluso, sin darse cuenta, le dan cabida al maligno. Se busca respuesta en el esoterismo y se cae en prácticas diabólicas con apariencia de bien.


Pero en realidad las cosas son de otra manera, no me cabe duda. La semilla que ha caído en la tierra germina, crece y produce mucho fruto porque el poder está en la misma semilla y es el poder de Dios. Mucho más fuerte que el poder del diablo, mucho más grande que los poderes de este mundo. Y es verdad, que muchas personas que se han alejado, que han caído en pecados muy graves porque no tenían ninguna relación con Dios, de pronto, empiezan a buscar una respuesta a su vida y se encuentran con Jesucristo que lo cambia todo. Cada día me sorprenden numerosos testimonios de conversión. Porque Dios sigue actuando. La semilla sigue germinando, creciendo y dando fruto.

 

Señor Jesús, todo lo que me permites vivir es una llamada para que siga esforzándome en dar a conocer tu evangelio, en hacerme cada día más pequeño y más pobre, en vivir desde el amor en cada encuentro, con cada persona; en orar y estar siempre junto a ti, mi Señor y salvador.