domingo, 16 de mayo de 2021

JESUS SUBE AL CIELO

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. (Mc 16,19-20)

 

Celebramos la fiesta de la Ascensión como un momento culminante de la Pascua. El Hijo de Dios que ha bajado al mundo para salvarnos, ha sufrido y ha muerto en la cruz pero ha resucitado y ya no muere más, además ha subido al cielo y está sentado a la derecha de Dios, tiene todo el poder y toda la gloria de Dios.

Este retorno de Cristo al Padre supone que ya han cambiado muchas cosas. Dios ha cumplido su promesa de salvación; con la entrega del Hijo único hemos sido liberados del poder del pecado, ha sido derrotado el diablo con sus tentaciones, la muerte ha sido vencida y nos espera la resurrección y la felicidad eterna con Dios. Cristo vuelve al Padre  pero ahora tiene un cuerpo humano que lleva en su carne las marcas de la pasión pero que ya está lleno de gloria. Jesucristo regresa al cielo pero ha dejado en la tierra la semilla del Evangelio, la Buena Noticia que tiene que ser anunciada a toda la creación.

Jesucristo regresa al Padre pero no nos abandona, sigue con nosotros y nos alienta en la transformación del mundo. Nos ha prometido el Espíritu Santo que nos permitirá realizar las obras que él mismo hacía durante su vida terrena y nos ha asegurado que volverá de nuevo para culminar así la salvación del mundo.

Mientras esperamos su venida gloriosa no podemos quedarnos mirando al cielo. Es la hora de salir a proclamar a toda la creación esta Buena Noticia y acompañar este anuncio con las señales que el Señor nos permite realizar.

Cuando se acoge con la fe el anuncio del Evangelio suceden cosas extraordinarias. Si creemos de verdad en Jesús resucitado veremos cómo se cumple todo lo que él nos ha dicho y quedaremos sorprendidos al ver como se ahuyentan los demonios, se sanan los enfermos, se hablan lenguas nuevas y estamos protegidos de todos los peligros.

El Señor ha subido al cielo, pero sigue muy cerca de nosotros y podemos gozar de su presencia y de todo lo que nos ofrece.

 

Señor Jesucristo, te contemplo lleno de poder y de gloria sentado a la derecha del Padre. Espero tu venida gloriosa al final de los tiempos y mientras tanto siento tu llamada a llenar este mundo de todos tus beneficios. Tu Palabra sigue cambiando mi vida, en la Eucaristía te puedo contemplar en la forma de pan y de vino, siento que estás acompañando a la comunidad que se reúne en tu nombre y siempre te encuentro cercano cuando me dirijo a ti en la oración. Gracias Señor por todos tus dones.


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