sábado, 7 de mayo de 2011

Era necesario que el Mesías padeciera

"¡Qué torpes sois y qué tardos
para creer lo que dijeron los profetas!
¿No era necesario que Cristo sufriera todo eso
para entrar en su gloria?". (Lc 24,25-26)

Puedo sentir que hoy es a mí a quién Jesús tiene que reprender. Reconozco que también me dejo llevar de los sentimientos humanos y me siento muchas veces fracasado creyendo que todo está perdido. En momentos así hay que mirar a Cristo crucificado.
Esta es la gran paradoja, que para entrar en su Gloria el Mesías tenía que padecer. Así lo habían explicado los profetas y los salmos.
También el Señor ha explicado muchas veces que los signos de la llegada de su Reino serán las persecuciones y las catástrofes. Como decimos coloquialmente no hay gloria sin cruz.
Pero también hemos de tener el convencimiento de que Dios no abandona a sus hijos y al final brilla ante todos su voluntad.
Creo que hoy podemos sentirnos identificados con los discípulos de Emaús. El Evangelio es una invitación a ir haciendo con ellos el camino.
Nosotros esperábamos… ellos habían esperado en un triunfo de Jesús humano, en una liberación política y por eso se sintieron decepcionados al verlo morir en la cruz. Como si todo estuviera perdido. Tal vez tú has puesto también en el Señor esperanzas equivocadas y has tenido la impresión de que no ha servido de nada. Es duro, porque a veces estas experiencias nos hacen poner en duda los fundamentos de nuestra fe.
Era necesario… Jesús explica las escrituras y les hace caer en la cuenta de que lo que ha sucedido es lo que anunciaron los profetas. Dios no detiene la libertad del hombre, y esa libertad puede hacerle cometer el pecado y la injusticia. Pero Dios no se queda callado, y hace que todo sea para el bien. Así, suceda lo que suceda, Dios hará que siempre salga un bien. De la muerte de Cristo nos vino el perdón de los pecados y de su Resurrección nos ha llegado la Vida eterna. No tengas duda en que también Dios sacará grandes beneficios de todas tus experiencias por negativas y tristes que sean.
Ha resucitado el Señor… Al partir el pan se les abrieron los ojos y lo reconocieron. La Eucaristía nos permite reconocer a Jesús, en medio de nuestro camino partiéndonos el pan. Es la fe que proclamamos juntos, en comunidad, en la Iglesia. A pesar de los contratiempos de la vida, sentimos que el Señor está con nosotros y lo experimentamos en su Iglesia. Necesitamos compartir con los hermanos esta experiencia y así enriquecernos los unos a los otros.

Quédate con nosotros que viene la noche y las dudas pueden ensombrecer nuestra vida. Entra en nuestra casa y pártenos el pan para que se abran nuestros ojos y podamos reconocerte y así, llenos de alegría, vayamos corriendo a contar a los hermanos que tú estás vivo.

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