viernes, 19 de noviembre de 2021

JESUCRISTO, NUESTRO REY

 


Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.» Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?» Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.» (Jn 18,36-37)

 

Ante la pregunta de Pilato Jesús da una respuesta desconcertante, afirma que es rey. Pero no de este mundo. Son palabras que nos hacen pensar. Él mismo explica lo que pasaría si fuera como un reino de este mundo, que su guardia habría salido a defenderlo, dispondría de un ejército armado y tendría un poder claro sobre los demás. Su reino es de otro mundo, de otro estilo, pertenece a otro ámbito porque está en la intimidad misma de Dios. Su Reino mira a Dios y a su bondad, a su misericordia, a su amor entrañable de Padre.

En segundo lugar Jesús habla de la verdad. Él es testigo de la verdad y el que es de la verdad escucha su voz. Tendríamos que deducir que quien no escucha su voz no es de la verdad.

Los que lo han llevado ante Pilato para condenarlo a muerte se han valido de la mentira, frente a ellos Jesús es testigo de la verdad.

Jesús es mi rey verdadero. Así quiero reconocerlo y por eso quiero ponerme a su servicio. Es un rey poderoso pero no me impone nada por la fuerza. Él quiere convencerme con el ejemplo, con el testimonio de la verdad y lo hace dando su vida y perdonando. En toda su entrega he sentido el poder de su realeza.  Él es mi rey porque me ha ganado con su amor.

Su reino no es de este mundo. Ya vemos como funcionan los reinos de este mundo buscando el poder y tratando de conservarlo a toda costa, muchas veces por medios bastante dudosos. El reino de Jesús es el Reino de Dios. Se basa en el amor, en la lucha por la justicia y el trabajo para aliviar la pobreza y el sufrimiento de los pequeños.

Es también el anuncio de un mundo nuevo donde seamos de verdad felices sin ningún tipo de dolor y esta utopía tenemos que ir haciéndola realidad cada día con nuestro esfuerzo, aunque nos cueste la vida.

Los reinos de este mundo pasan, unos dan lugar a otros. El poder es efímero como todo lo humano. El reino de Jesucristo no tendrá fin. A la hora de tomar una decisión mejor es unirse a esta causa que va a traspasar las fronteras del tiempo y hasta de la muerte.

 

Tú eres mi rey, Señor Jesucristo. El rey de los reyes y Señor de señores, el príncipe de la paz. Tú nos has librado por tu sangre del poder de nuestros pecados, así nos has ganado y nos has convertido en miembros de tu Reino Santo. Tú nos has convertido también en sacerdotes de Dios por eso quiero ofrecer mi vida con la tuya para hacerme como tú un sacrificio agradable y verdadero.

 

 

 

sábado, 13 de noviembre de 2021

EL HIJO DEL HOMBRE VENDRÁ SOBRE LAS NUBES

 

En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. (Mc 13, 24-27)

 

La verdad es que siempre me resulta inquietante este anuncio de Jesús. Nos está diciendo que antes de su venida vendrán tiempos difíciles y de gran angustia. Los signos que nos presenta son cosas tan terribles como las estrellas cayendo del cielo y una gran oscuridad. Pero todo esto no es para perder la paz sino todo lo contrario es el momento de esperar con alegría la venida del Señor con gran poder y majestad.

Nos pone a prueba para comprobar en quién ponemos nuestra confianza y en qué  ponemos nuestros intereses.

Cuando hemos conocido a Jesucristo y hemos decidió ser sus discípulos ya hemos tomado una decisión. Si de verdad es él y su evangelio nuestro único interés no tendremos ningún miedo a los cataclismos que nos anuncia este discurso. Nuestra fe y nuestros intereses no están puestos en las cosas de este mundo que al final pasarán: el cielo y  la tierra pasarán. Si hemos dedicado nuestros intereses a las cosas de este mundo nos llevaremos un gran disgusto, porque todo se tambaleará y llegará a su fin. Serán entonces días de gran angustia. Pero si hemos puesto nuestro corazón en Jesucristo y su Evangelio no perderemos nada importante: sus palabras no pasarán.


Los que hayan vivido para su propio bienestar y sólo han pensado en sí mismos se verán frustrados pero los que han vivido para los demás han ido preparando un gran tesoro en el cielo y brillarán como el fulgor del firmamento.

Hoy estamos también en una especie de apocalipsis con la pandemia, el volcán los anuncios de apagón, la crisis económica. Y en muchos lugares del mundo se vive el horror de la guerra y la violencia. No sé si será el final pero sí es, una vez más, la oportunidad para demostrar quién sigue el camino de Dios y hace el bien.

 

En medio de mis propias contradicciones espero Señor tu venida gloriosa que todo lo renueve.