Ahora te digo yo: tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno
no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la
tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará
desatado en el cielo.»
El Señor ha confiado su propia misión a
Pedro. Él sabe bien que deja algo tan santo en manos de un hombre débil y
pecador. A continuación de este episodio le tendrá que decir que se ponga
detrás y lo llamará Satanás. Pero Jesucristo confía en sus apóstoles y confía
en Pedro, aunque sabe que lo negará porque no es perfecto.
El Reino de los Cielos sale adelante porque
es Dios quien quiere que se vaya implantando en la tierra y puede sortear todos
los obstáculos. La Iglesia de Cristo está edificada sobre la piedra de Pedro y
el Señor promete que no podrá contra ella el poder del infierno.
El poder del infierno nos viene de fuera y
de dentro. Por fuera podemos encontrar el rechazo y la persecución y habrá que
sortear estas pruebas; también la indiferencia en la que hoy nos toca vivir.
Pero todo esto no impedirá que la Palabra de Dios se extienda y que Jesucristo
haga llegar a todos su salvación.
El poder del infierno nos ataca sobre todo
por dentro. El pecado de los creyentes es mucho más dañino que el rechazo y la
indiferencia. La mediocridad o la soberbia son armas del diablo para debilitar
la fuerza del evangelio. Pero según la promesa del mismo Jesús tampoco estos
males derrotarán a la Iglesia. La
Palabra se seguirá anunciando y los sacramentos celebrados con fe, aunque
muchas veces sea tibia, seguirán salvando al mundo de los pecados.
Todo esto lo ha puesto el Señor de una forma especial en la persona de Pedro que hoy está representado en el papa Francisco. Aunque se trata de un hombre débil y herido por el pecado igual que los demás, hemos de confiar en el mandato de Jesús y mantenernos leales a su ministerio, es él el que tiene las llaves para abrir y cerrar y el poder de atar y desatar porque así ha querido el Señor que sea.
Yo lamento mucho que en la actualidad
existen sectores de la iglesia, en los que se encuentran algunos obispos y cardenales,
que se dedican a denigrar la labor apostólica del papa, algunos hasta pretenden
hacerlo en nombre de la ortodoxia. Pienso, desde mi poco conocimiento, que
faltar a la comunión no puede hacerle ningún bien a la ortodoxia, de la cual el
papa es el representante.
Las palabras de Jesús a Pedro son para
nosotros una llamada a la lealtad y a la obediencia, no porque consideremos al
papa un hombre santo y perfecto sino porque confiamos en que es Jesucristo en
persona quien conduce a su Iglesia por medio de estos pobres instrumentos.
Hoy
también quiero alabarte y bendecirte Señor y Dios mío porque tú te has revelado
y he podido entrar en el misterio que se encierra en ti. Nunca habría podido
llegar a conocerte si tú no hubieras entrado en mi camino pero has querido que
yo descubra tu amor y me has ofrecido alcanzar tu sabiduría divina.
Gracias
Padre Santo por haber enviado a tu Hijo amado para revelarnos la belleza de tu
Reino y por haber dado a tu Iglesia el poder de anunciar el Evangelio con obras
y palabras.
Yo te
alabo Señor por la persona del Papa Francisco y te ruego que lo ilumines para
que su ministerio haga de la Iglesia una luz que disipe todas las sombras.
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