«Si
alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus
hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser
discípulo mío.
Quien
no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. (Lc
14,26-27)
El Señor es un maestro
desconcertante. A la hora de exigir lo pide todo y pone unas condiciones que
son humanamente imposibles de cumplir. ¿Quién querrá ser discípulo de un
maestro tan exigente? Él mismo nos dice que hay que pensárselo, hay que echar
cálculos.
Me lo voy a pensar.
Pienso en el mensaje tan
extraordinario que habla de Dios y me hace descubrir el valor de las cosas
espirituales. Es verdad que vivimos en un mundo material y tenemos necesidad de
todas las cosas de este mundo pero cuando escucho a Jesús siento que hay algo
más, que puedo encontrar algo mejor. Él me hace ver a Dios y descubrir todo su
poder y todo su amor.
Pienso también en la
llamada a construir el Reino de Dios y hacer de esta humanidad una familia en
la que veamos a todos como hermanos. Así se terminarían todas las injusticias y
nos haríamos mucho más felices unos a otros.
Pienso en el gran poder que
tiene el mandamiento del amor, que es una verdadera revolución, la revolución
de la ternura.
Por eso quiero ser
discípulo de Jesús y seguirlo con todas las consecuencias. Sé que es duro y muy
difícil. Tengo que prepararme bien y necesito la ayuda de la oración y de los
sacramentos.
Al renunciar a todo por él
descubro con sorpresa que recibo dones y bienes muy superiores. Al cargar con
la cruz y estar dispuesto a llegar hasta el final es cuando estoy recibiendo la
vida con más plenitud y mayor sentido. En la medida que me voy dando al Señor
voy recibiendo mucho más de lo que puedo imaginar y me hago más útil para el
bien de mis hermanos.
Señor
Jesucristo quiero hacerme digno de tu Reino y seguirte en todos tus caminos: quiero
ir contigo en tus luchas, en tu entrega a Dios y a los demás; quiero
acompañarte también en tus sufrimientos y cargar la cruz contigo; quiero llegar
a alcanzar tu gloria por haberme hecho pequeño y servidor. Yo soy débil y
necesito siempre que tú me sostengas en el camino.
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