Yo soy la puerta:
quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra
sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y
la tengan abundante».
Jesús se presenta como la puerta y nos
invita a entrar por él. Es uno de esos mensajes difíciles de entender y todavía
más difíciles de tratar de explicar. ¿Qué será entrar por la puerta, que es
Jesús?
Yo sólo puedo tratar de explicar cómo lo
entiendo yo.
Entrar por la puerta significa, para mí, en primer lugar buscar a Jesucristo, dejarme
transformar por él y por su mensaje y acoger todo lo que me ofrece. Es el
camino seguro para encontrar un sentido a la vida, para caminar hacia el Padre
y vivir en este mundo con el corazón puesto en Dios.
Es también seguir el ejemplo de Jesús, que
es el único pastor, el Buen Pastor. Esto significa conocer a las ovejas por su
nombre, ir delante de ellas y dar la vida por ellas.
En realidad es algo muy difícil de cumplir,
no podemos se ingenuos. Es una meta hermosa pero la realidad es que somos
débiles y estamos heridos por el pecado original. Por eso para entrar por la
puerta tengo que estar alerta a todo lo que sea egoísmo, afán de protagonismo o
búsqueda de dinero o prestigio. Si el centro de mi vida soy yo, si me busco a
mí mismo, es que voy por el camino equivocado, no estoy entrando por la puerta
sino que entro por otro lugar, seré un salteador y bandido. Pero si mi vida es
Jesucristo, lo busco a él y deseo servirlo a él; si escucho su Palabra y trato
de cumplirla, si me comunico con él mediante la oración, si recibo su gracia en
los sacramentos y también los hermanos, los pobres y pequeños, centran mi vida,
creo que entonces sí que estoy entrando por la puerta y podré presentarme como
un pastor.
Mi debilidad y mi torpeza la irá supliendo
él. Su sangre se ha derramado para que yo sea santo y limpio. Mis pecados han
sido borrados y me ha inundado el Espíritu Santo. Él ha venido para que
tengamos vida en abundancia.
Sólo Jesús es el Buen Pastor pero yo puedo
llegar a serlo por pura gracia suya.
Que mi vida se entregue como la tuya, que llegue a ser buen pan como tú
para ser comido y servir de alimento a mi pueblo.
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