«No se turbe vuestro
corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando
vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy
yo estéis también vosotros. (Jn 14, 1-3)
En la vida tenemos muchos momentos en los
que se turba nuestro corazón, nos vemos agobiados, tenemos miedo, nos
desanimamos. Tal vez estamos en uno de estos duros momentos a causa de esta
pandemia que nos tiene confinados y que no acaba de terminarse después de casi
dos meses. Para estos momentos duros tenemos las palabras del Señor que quieren
abrirnos la mente y el corazón a una forma distinta de ver las cosas. El Señor
nos pide que creamos en él y en Dios.
Reconozco que es difícil creer, sobre todo
cuando todo parece que lo tenemos en contra. Yo mismo no podría profetizar que
todo esto se va a terminar enseguida y que veremos un milagro que nos pondrá a
todos en adoración y reconocimiento del poder de nuestro Dios. Ojalá las cosas
fueran tan sencillas.
Jesús nos anima a creer en él porque se va
con el Padre a una casa donde hay un lugar para todos y va a prepararnos sitio.
Recordemos que estas palabras se las dice el
Señor a los apóstoles en la última cena, cuando va a ser arrestado y después
crucificado.
Pero por eso nuestra mente se tiene que
abrir a algo nuevo. Si nos quedamos sólo con los bienes de este mundo, todo se
nos desmorona. Aquí no vamos a tener nuestra morada definitiva. Es normal
entonces que tengamos miedo, que se turbe nuestro corazón cuando vemos que todo
lo que tenemos peligra, que podemos perderlo. Pero cuando nuestro corazón está
puesto en el Señor no hay que temer nada, porque nuestros bienes superiores
están más allá de este mundo terreno. En la casa del Padre hay muchas moradas, Jesús
va a prepararnos un sitio para que estemos siempre con él.
Aprovechemos nuestro paso por este mundo
para acercarnos cada vez más al Señor Jesucristo: él es el camino para llegar
al Padre, es la Verdad y la Vida.
Jesús nos dice que quien lo ha visto a él ha
visto al Padre. Sigamos su ejemplo y seamos también trasparencia de Jesucristo
con nuestra vida. El que cree en él hará también las obras que hace él y aun
mayores. Hagamos las obras de Jesús, sobre todo sus obras de obediencia al
Padre, de amor al hermano y de entrega total de la vida por el Evangelio. No hay
que temer a nada en este mundo.
Quiero
adorarte mi Señor y mi Dios porque tú nos lo has dado todo. Todo procede de ti
y es un don que nos concedes. Ahora que me tengo que privar de muchas cosas
reconozco todo lo que he recibido de ti como un regalo y te doy las gracias. Yo
te adoro mi Señor porque tú me permites hacer obras grandes cuando creo en ti y
me transformas para sacarme de mi debilidad y de mi ignorancia llenándome de tu
Espíritu que me hace fuerte y me llena de sabiduría. Yo te adoro mi Señor
Jesucristo, porque me preparas una morada junto a ti en la casa del Padre y me
prometes que viviré para siempre feliz contigo.
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