Luego
dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi
costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» (Jn 20,27)
Tal vez muchas veces nos
vienen también a nosotros las dudas sobre la verdad de nuestra fe. En estos
días recordamos que Cristo ha resucitado, que está vivo para siempre y que está
con nosotros hasta el fin del mundo. Pero ¿Lo creemos de verdad?
Si Jesús está vivo y está
con nosotros ¿Por qué sigue adelante la guerra cruel y el sufrimiento de tantas
personas inocentes? ¿Por qué no vemos prodigios como antes que nos sirvan como
pruebas evidentes del poder de Dios?
Jesús volvió a aparecerse
y retó a Tomás a comprobar que era verdaderamente él mismo el que estaba ante
sus ojos. Ante esta presencia de Jesús, Tomás se rindió y lo adoró como Dios
hecho hombre.
No tengo una respuesta a
las preguntas tan serias que me surgen ante la guerra o ante la muerte y el
sufrimiento de los inocentes. Pero me siento llamado por mi Señor a ser
creyente, a confiar en él. Él siempre nos dijo que es la fe la que puede hacer
los milagros y en momentos como los actuales hace falta tener mucha fe para afrontar
la realidad.
Señor
Jesús, tú ha resucitado, estás vivo y estás con nosotros para siempre. Es verdad
que no nos evitas la cruz porque tú tampoco la esquivaste, pero nos prometes tu
ayuda y tu presencia en este mundo y la gloria y la resurrección al final de
los tiempos. Yo he decidido que creo en ti y confío en tu Palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario