María, por su parte,
conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. (Lc 2,19)
María no podía alcanzar a comprender todo lo
que estaba ocurriendo. Dios está cumpliendo todo lo que le ha dicho: ha
concebido por obra del Espíritu Santo y ha dado a luz al rey Salvador. Lo que
el ángel le anunció es cierto, pero todo lo que vive es desconcertante para
ella. Ha sido madre y su Hijo es el Salvador del mundo, pero las circunstancias
han hecho que nazca en la pobreza más absoluta.
Ahora vienen los pastores para recordarle
que todo lo que el ángel le dijo es verdad. Ellos también han recibido la
revelación del cielo y saben que este niño es el Salvador del mundo. Por lo
tanto no cabe duda de que se ha cumplido todo lo que Dios anunció: El niño que
ha nacido será grande y se llamará Hijo de Dios. Pero en este momento sólo es
un recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
María no duda, porque es un modelo de fe.
Simplemente conserva todo en su corazón y medita lo que está viviendo. Dios es
diferente de nuestros planes pero no falla nunca a su Palabra.
Señor
Jesús, cada día compruebo que es cierto que tú estás muy metido en mi vida.
Cada día vivo situaciones muy concretas que me recuerdan que tú cumples siempre
tus promesas.
Hoy necesito
aprender de María a vivir cada momento desde la fe y la confianza. Es verdad,
Señor, tus caminos no son mis caminos pero tú siempre haces lo que es bueno. Debo
aceptar que me guíes en medio de cañadas oscuras y aprender que tú haces la
noche clara como el día.
Virgen
Madre, enséñame con tu ejemplo a guardar y meditar en mi corazón todo lo que
Dios va haciendo a mi alrededor. Aprenderé en tu escuela del silencio a esperar
con paciencia y a descubrir la grandeza de Dios en medio de lo pequeño.