Está escrito en el
profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el
camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos."» (Mc 1, 2-3)
San Juan Bautista es el cumplimiento de la
profecía de Isaías. Ciertamente él grita en el desierto que viene el Señor y
anima a los que lo escuchan a convertirse para recibirlo.
Isaías hablaba del momento en que Dios
vendrá a consolar a su pueblo. Presenta a Dios como un pastor pero con entrañas
de misericordia que trata al rebaño con dulzura.
Es un anuncio de salvación para el pueblo
que ha pecado, ha desobedecido a Dios y se ha acarreado su propia desgracia. Ante
esa situación, Dios no es severo sino misericordioso. Ya está pagada su culpa y
es el momento de venir en persona a traer la paz y la alegría.
El cumplimiento de este anuncio lo tenemos
en la venida de Jesucristo al mundo. Él es Dios en persona que viene para
consolarnos y no para reprocharnos nuestros pecados. Nos trae la salvación que
es salud para nuestras dolencias y enfermedades y liberación del poder del
maligno que nos atormenta. Con él llega a nosotros el Reino de Dios.
Seguimos necesitando que venga a salvarnos,
porque también nos hemos alejado de Dios y hemos desobedecido. Nuestras culpas
pesan sobre nosotros y necesitamos vernos liberados de este peso. Jesús viene a
ser nuestro salvador.
San Juan Bautista se presentó primero para preparar el camino. Su mensaje nos llama
a la conversión, al arrepentimiento de los pecados y a decidirnos por llevar
una vida nueva, una vida santa y piadosa. Si decidimos enderezar lo que está
torcido y allanar lo escabroso pondremos al Señor el camino más fácil para que
venga a nosotros y nos permita experimentar la fuerza de su salvación.
San Pedro nos recuerda que todo este mundo
se desintegrará, porque todo lo material tiene su fin. Nuestra mirada ha de
estar puesta en el cielo nuevo y la tierra nueva que esperamos donde habitará
la justicia.
Ven
Señor a consolarnos, porque hemos pecado y nos hemos alejado de ti y la vida sin
ti es dura y triste. Ven y devuélvenos la confianza en un mundo nuevo donde habite
la justicia porque todo esté lleno de tu amor y tu salvación. Llénanos de tu
ternura para que seamos imagen tuya en medio de nuestros hermanos.
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