Otros granos cayeron
en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros,
treinta. El que tenga oídos, que oiga” (Mt 13,8)
De nuevo hoy ha salido el sembrador y la
semilla de la Palabra está siendo esparcida sobre el mundo. Y aquí estamos los
diferentes tipos de terrenos para acogerla y dar fruto.
Cuando veo mis actitudes yo me siento
reflejado en todos los terrenos. No siempre he sido tierra buena, pero tampoco
siempre he sido un terreno pedregoso o lleno de malas hierbas. La vida me ha
puesto en todos los lugares.
Por eso mismo, la experiencia me ha ido
demostrando la alegría que supone escuchar la Palabra de Dios y recibirla en mi
corazón. Es recibir al mismo Cristo que
quiere salvarme en todos los sentidos.
Por eso la Palabra está viva y responde a
mis dudas y a mis problemas. Las palabras de Jesús me llenan de alegría cuando
descubro todo lo valioso que soy para él y el amor que Dios siente por mí; me
llenan de paz cuando siento que soy perdonado a pesar de mis numerosas caídas;
me llenan de esperanza ante el dolor y la muerte porque espero en la
resurrección; y me muestran siempre el camino a seguir, que es un camino
estrecho y lleno de dificultades, pero que lo puedo recorrer porque voy de la
mano de mi Maestro y Señor, que me ayudará en todo momento a sortear los
obstáculos.
Cuando recibo así la Palabra es cuando puedo
dar fruto. Es verdad que no siempre llego al máximo del ciento por uno. Pero
llego a dar fruto, unas veces más otras veces menos, pero es un fruto que el
Señor valora y agradece.
Hoy, además de ser tierra buena siento la
llamada a ser sembrador y a esparcir la semilla del Evangelio, porque siempre
será acogido y habrá muchos que den fruto, unos más y otros menos, pero todos
estarán haciendo posible el Reino de Dios.
Quiero
escuchar tu divina Palabra porque sé que viene del cielo. Quiero escucharla,
meditarla, ponerla en práctica, porque en tu Palabra está la vida, la paz, la
alegría y la felicidad. Habla Señor, tú eres mi Señor y mi maestro y sólo
quiero escucharte a ti. (Antonio Chevrier)
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