Venid a mí todos los
que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. (Mt 11,28)
Los sabios y entendidos saben muy bien
buscar las excusas y las explicaciones para no dejarse interrogar por las
Palabras de Jesús. Como son sabios y entendidos no se sienten llamados a la
conversión y no están dispuestos a cambiar su opinión. Por eso se han perdido
el encuentro con la verdadera sabiduría. Se dejan llevar por la carne, como
diría Pablo, y no por el Espíritu. La carne es sinónimo de confiar en sí mismos
y sentirse seguros de todo y por eso mismo no buscar al Señor para que los
consuele.
Luego están son los sencillos, los pequeños.
Estos, como saben que son ignorantes, sí han acogido las Palabras de
Jesucristo. No tienen recursos para buscar explicaciones y poner excusas, por
eso acogen el mensaje y descubren la alegría de saber que Dios es amor y que
desea perdonar y dar todo a sus hijos. Ellos sí se sienten llamados a la
conversión, sí se dejan interrogar por el mensaje del evangelio y así le abren
las puertas a la sabiduría divina.
No ha sido por pura casualidad, es el plan
de Dios. Al Padre le ha parecido mejor que estas cosas sean reveladas a los
pequeños.
El Señor nos llama por eso a ir a él cuando
estamos cansados y agobiados. Él nos da el alivio y el consuelo porque ha
cargado con todas nuestras dolencias.
Su sencillez de corazón son para nosotros
una llamada y un ejemplo. Él mismo nos dice que aprendamos de él para encontrar
el descanso. Aprender pues a ser pacientes, a confiar siempre en Dios, a amar a
los hermanos siempre, incluso a los enemigos, y a aceptar la voluntad del Padre
aunque no la entendamos. Y como él encontró así la paz y el descanso también
nosotros recibiremos este consuelo del cielo.
Su yugo es llevadero y su carga ligera. No dejan
de ser un yugo y una carga, pero la confianza en Dios, la aceptación de su
voluntad y el amor al prójimo hacen que nada resulte pesado.
Te doy
gracias Señor Jesucristo por abrir mi mente a tu Palabra. Aunque me siento
perdido entre tantas cosas de este mundo siempre encuentro una respuesta a todo
lo que me inquieta, porque tú siempre
vienes conmigo y todo lo haces llevadero. A ti te busco cuando estoy cansado y
agobiado, porque tú mismo me animas a ir a ti, y en ti encuentro mi consuelo y
el alivio de todos mis pesares.
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