Os traigo la Buena Noticia, la gran alegría
para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el
Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre. (Lc 2, 10-12)
A mí me resulta asombrosa la forma de actuar que
tiene Dios. Se puede decir que es desconcertante, porque no se ajusta a lo que
haríamos nosotros con nuestra forma de pensar humana y materialista. Pero es
asombroso ver cómo Dios ha querido ser un niño pobre al que podemos encontrar
fácilmente. Un niño pobre y desvalido dispuesto a aceptar todo el amor y toda
la ayuda que se le quiera dar.
En la noche de aquella primera Navidad, el mundo
estaba recibiendo a Dios de una forma única que marcaría para siempre la
historia de la humanidad, pero pasó desapercibido para todos. Tan sólo unos
sencillos pastores que recibieron un mensaje del cielo y unos magos que vieron
brillar su estrella acudieron a su encuentro.
No dejemos que hoy suceda lo mismo. No seamos
indiferentes ante lo que Dios está haciendo por nosotros, como siempre, de
forma sencilla y silenciosa. Hoy necesito llenarme de asombro ante la presencia
de Jesús en el seno de esta tierra.
¡Cuánto amor, cuánta ternura, cuánto sacrificio!
Todo para que podamos encontrar la alegría y la libertad.
Me gustaría ver a Dios como lo vieron los pastores.
Creo que el anuncio del ángel también es una Buena Noticia para mí. Por eso voy
a salir corriendo a buscar a ese niño pobre que está en un pesebre.
Si me acerco a los pequeños, allí lo encontraré;
si me acerco a los niños, en ellos podré ayudarle; si me acerco a los
forasteros, a los extranjeros, veré a Dios presente en ellos; también pienso en
esos niños grandes, que necesitan mi comprensión o mis consejos o,
sencillamente mi compañía, ahí encuentro a Dios que ha venido a este mundo para
estar cerca de mí y ha querido hacerse indigente de mi amor y mi cercanía.
Hoy quiero
pedir tu bendición sobre todos los niños y todos los pequeños que has puesto
cerca de mí. Quiero pedirte también por todos aquellos a los que no podré
llegar con mi ayuda pero que están necesitados de amor y comprensión. Tú podrás
llenarlos con tu bendición y pondrás en su vida a las personas que los llenen de
paz y de consuelo.