Entonces
verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad;
enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del
extremo de la tierra al extremo del cielo. (Mc 13, 26-27)
A veces el
Señor nos comunica mensajes bastante difíciles de comprender, sobre todo cuando
se refiere al final de los tiempos. En todos ellos coincide en hablar de
catástrofes y de un sufrimiento terrible como el momento previo a su Reinado
definitivo. Tengo que reconocer que es un mensaje que a mí me resulta
inquietante y que me cuesta mucho llegar a comprender.
Las palabras
de Jesús no pretenden meter miedo, está claro que ése no había sido nunca su objetivo.
Sus palabras, también éstas tan extrañas, lo que quieren es dar consuelo en los
momentos de dolor al anunciar la Victoria definitiva de Dios sobre el mal. Desde esta explicación es
como creo yo que se puede comprender este mensaje. Dios nos ha dejado absoluta
libertad y no se va a entrometer en nuestras decisiones aunque ellas nos
produzcan situaciones de dolor. Pero nos va a ofrecer siempre una vía de
salvación.
Como vemos,
las guerras y la violencia siempre han estado presentes en la vida de los
hombres y aun hoy día siguen sembrando el terror y el sufrimiento. Hoy mismo
estamos asistiendo a la noticia de un terrible atentado que ha causado muchos
muertos y heridos. Ante esto Dios quiere que mantengamos firme nuestra fe en
Él. Jesús nos dice que estos son los signos de que está cerca, aunque después
añade que nadie sabe el día ni la hora.
También el
Señor padeció el sufrimiento cuando se
vio sometido a su pasión y a su muerte en cruz, pero éste fue el medio por el
que trajo al mundo la liberación del pecado y la esperanza de la Resurrección.
No sabemos
qué podría ocurrir en el futuro. Es verdad que muchas veces pasamos por
situaciones difíciles y dolorosas, que tal vez no lleguen a ser tan terribles
como las que describe el Evangelio. Pero en todas las circunstancias hemos de
mantener la esperanza en el Señor, porque sabemos que no nos deja abandonados a
nuestra suerte. Aunque todo parezca llevarnos a la destrucción, nosotros
mantenemos firme el convencimiento de que Dios lo transformará todo en vida y
salvación. Porque, a fin de cuentas, sabemos que este mundo es temporal y que
tiene que llegar algún día a su fin. Pero el Reino de Dios, que llegará después
de estas tremendas tribulaciones, durará eternamente.
He decidido confiar siempre en ti. Tú me
has dado muestras constantes de que me acompañas aunque la realidad muchas
veces me muestre su lado más duro. He experimentado en los momentos difíciles
cómo me has asistido con tu presencia silenciosa. Sé que nunca que más a
fallar. Por eso confiaré en medio de la oscuridad. Tú siempre estarás cerca
para librarme de todos los males.
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