Habiendo
amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. (Jn 13,1)
¿Cómo
podríamos llegar a entender todo la historia de Dios con la humanidad? ¿Cómo
podríamos penetrar el interior de Dios para comprender el por qué de todo lo
que ha sucedido? No hay ninguna otra razón que el Amor, así con mayúscula. El amor
que mueve el corazón de quien ama para buscar siempre lo que más puede
beneficiar al ser amado, el amor que está dispuesto al mayor de los sacrificios
por aquella persona a la que se ama. Así podemos encontrar sentido a la
presencia de Jesús, que es Dios, entre nosotros. Ha venido a este mundo para
inundarlo de amor y transformarlo con la fuerza poderosa de ese amor. Además de
pasar entre nosotros y de amarnos hasta el extremo nos ha puesto unos medios
muy sencillos para que lo podamos sentir y así nos sintamos amados por él.
Nos ha dejado
la Eucaristía para que lo recibamos a Él mismo en persona y le permitamos amarnos
y colmarnos con su ternura. Así, al recibir a Jesús en el pan eucarístico
nuestro corazón se va empapando de ese amor y se va haciendo capaz de darlo
todo, de entregar la vida y hasta de sacrificarse por los demás como él hizo
por nosotros.
Nos ha dejado
un mandamiento nuevo que no podía ser otro que amarnos unos a otros como él nos
ha amado, hasta las últimas consecuencias.
Si no
experimentáramos el amor sería imposible para nosotros conocer a Dios. Pero porque
amamos y sabemos lo que se siente por un ser querido, comprendemos fácilmente
lo que Dios siente por nosotros y lo que ha movido a Jesucristo a entregar su
vida para nuestra salvación.
El amor hasta
el extremo de Jesús lo vamos a convertir en estos días en una celebración que
durará hasta el domingo. Así haremos que sea una experiencia personal que vamos
a vivir gracias a los sacramentos pascuales. Es el amor que lo da todo en la
cruz, incluso a su propia madre, es el amor que llega a ser mucho más poderoso
que el mal y puede triunfar sobre el pecado y la muerte.
Contemplando tu pasión me he sentido amado
profundamente por ti, siento como se alejan de mí todos mis pecados porque tú
los has perdonado para hacerme un hombre nuevo. Siento cómo me inunda un amor
que arde como un fuego dentro de mí que no se extingue; y siento también que
cuentas conmigo, a pesar de mi ingratitud y de mi indiferencia, para que sea
testigo de tu amor en medio de mis hermanos.
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