"El reino de Dios es como un hombre
que echa una semilla en la tierra.
Lo mismo si
está dormido como si está despierto,
si es de noche como si es de día,
la semilla, sin que él sepa cómo,
germina y crece.( Mc 4,26-27)
Jesús nos cuenta con ejemplos muy sencillos la
grandeza del Reino de Dios, así es posible que comprendamos algo que sobrepasa
nuestra inteligencia.
El Reino de Dios es Él mismo, que ha venido al
mundo como una semilla dispuesto a sembrarse, entregándose a los demás. Por eso
todos lo encontraban siempre disponible para enseñar con paciencia, para
transmitir el perdón de Dios o para curar a los enfermos. Esta semilla se ha sembrado y va creciendo y dando fruto por sí
misma.
La semilla contiene ya el poder de convertirse en
árbol no hay más que sembrarla. Del mismo modo, la Palabra de Dios tiene el
poder de transformar al ser humano y de llenar el corazón del Amor de Dios.
Por eso me siento atraído hacia la persona de
Jesús. Me presento ante él débil y pobre, pero su Palabra me transforma. Él me
hace sentirme importante para Dios que es mi Padre y me ama, hace que me libere
de todo lo que me esclaviza porque veo que ahí no encuentro la paz ni la
felicidad, me ayuda a comprender el poder del Amor y hasta pone, en medio de
mis dudas, la luz de la fe.
Es verdad, su Palabra, su presencia, es la semilla
que una vez que se siembra empieza a germinar y a crecer y llega a dar fruto
sin que yo sepa cómo.
Cuando me
has abierto los ojos he podido comprobar cómo estás trabajando cada día en la
vida de los pobres. Tú haces que cada persona me esté mostrando tu grandeza y
que cada acontecimiento me revele tus designios.
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